La esclavitud

La esclavitud de nuestros tiempos, como sabéis, no es tanto política como económica. Los poderosos no necesitan invadirnos o controlarnos con las fuerzas del orden, pues les basta y sobra hacerlo con sus créditos. Por eso, la solución no está en ‘hacer’ cosas diferentes, sino en ‘ser’ diferentes y aportar nuestros talentos de forma distinta. No al servicio del que más tiene, en una economía cada vez más especulativa, sino, como un organismo que somos, integrando todas sus partes. No ponerlo gratuitamente en peligro compitiendo, como se nos pide, como pollos sin cabeza.

La receta no puede depender de contingencias externas -avaricia, neurosis y continuas crisis-, sino que ha de surgir de cambios internos, de mentalidad. No se requiere tanto disciplina y esfuerzo, como consciencia.

La Naturaleza está sufriendo daños gravísimos producto de la actividad humana, y a más consumo, mayor el daño producido, lo cual nos orienta a centrarnos más en reducir el consumo que en aumentarlo desde un capitalismo sin medida. Por eso, ¡ojo dónde va nuestro talento y a qué servicio lo ponemos! Porque al señor Trump y a algunos otros de tal pelo, desde su ‘mentalidad global’, les valdrá cualquier cosa probablemente, pero al conjunto de nosotros, no, ni mucho menos.

Gerardo Hernández ZorrozaMálaga