No creo que mi absoluto desconocimiento de la mecánica del coche tenga que ver con ser mujer. También soy un desastre maquillándome y planchando los cuellos de las camisas, así que estoy segura de que la torpeza o el desinterés hacia algunos trabajos no vienen determinados por el sexo. No han debido pensar lo mismo en el Ayuntamiento de Huércal, en Almería, que ha organizado un taller de mecánica del coche «solo para mujeres» en el que enseñan, entre otras cosas, a mantener el vehículo y a identificar las luces del cuadro. Al parecer ha sido un taller muy demandado en la localidad pero que ha provocado la indignación de la oposición, de las plataformas feministas y del Instituto de la Mujer andaluz al considerarlo sexista y machista.

La verdad es que el texto del cartel en el que se anuncia el curso es bastante casposillo. Se trata, dicen, de que «una vez que nos sentemos en nuestro vehículo sepamos identificar cómo está, si su funcionamiento es correcto o si, por el contrario, presenta alguna anomalía». Todo esto, añaden, para «poder ser independiente y autónoma con tu vehículo y resolver incidencias por ti misma». Hombre, a lo de las luces llego hasta yo, pero bueno, todo lo que ayude a hacernos independientes y autónomas es maravilloso. El problema en Huércal lo van a tener los hombres que no sepan dónde está la varilla del aceite y que tienen vetada su entrada al curso, a no ser que todos los varones de la localidad sepan de mecánica, lo que explicaría su exclusión del taller.

En mi pueblo, desde luego, conozco a más de uno que sabe tanto de mecánica como de física cuántica, o sea, nada, y al que le vendría como agua de mayo un cursillito de estos pese a ser de lo más machote, y a nadie se le ocurre cuestionar su independencia. Pero claro, a ellos se les supone la habilidad para cambiar ruedas como a nosotras la de perfilarnos los labios. Es lo que hay.

En la misma Almería organizaron hace poco una carrera popular, también solo para mujeres quienes, cuando llegaban a la meta, recibían una botella de desengrasante de cocina de una firma que patrocinaba el evento deportivo, y no pasa un día sin que en algún punto de este país salga alguien con una frase o una idea digna del Pleistoceno, donde, según sus detractores, vive aún el alcalde de Huélcar quien se ha defendido argumentando que en el pueblo «es difícil ver a una mujer trabajando en esto pese a que a los empresarios les interesa tener a una mujer en la recepción el taller». En fin, es obvio que seguimos necesitando muchos cursillos, mujeres y hombres, y no precisamente de mecánica del automóvil.