'Ojo con el 2018', por Pablo Osés Azcona

Para algunos ancianos, quizás también para mi -85 otoños- puede ser el último. Acabo de ver en la TV un calamar, de los llamados bizcos, que tiene un ojo mirando hacia abajo y el otro mirando hacia arriba. Así quiero aprovechar cada día del 18. Con el ojo más grande, el que mira para arriba, viendo el telón y escudriñando todas las razones a favor y en contra sobre si seguiré viviendo tras la muerte, para ir convenciéndome más de que pasaré como se suele bien decir a una mejor vida, es decir a seguir viviendo con mejor forma de vida. Con este duro rumiar me seguiré nutriendo hasta desear cada vez con más ilusión que se abra el telón. Con el otro ojo fijándome en todos mis familiares y hasta en todos los humanos, aprovechando este tiempo para ser con ellos todo lo amable que aún no he sido, estimarles muchísimo, como se merecen , y pedirles perdón por todo el daño que les he hecho. Ahora soy consciente de la cantidad de esclavos modernos a los que tenemos sometidos para mantener nuestra tren de vida. Cosa que nunca quisieron reconocer esos enriquecidos españoles en Potosí , que para más inri eran católicos, esclavizando en durísimas minas a trabajadores indios sin ningún miramiento y para colmo sin ningún remordimiento. Nos va a resultar pequeño el 2018 para reparar el daño que seguimos haciendo a tanto esclavo contemporáneo. Habrá que ponerse al tajo y seguir.