Lo digo sin titubeos. Llegas todo loco haciéndote el interesante, enseñándome a lo lejos el paquetito envuelto en papel brillante con su moña dorada, me lo entregas con arrobo y con la certeza de que has dado en la diana, desgarro el papel, llego al regalo, y veo que se trata del perfume de La Voz, con sus cuatro modalidades «porque no todos tenemos las mismas necesidades y no todos somos iguales», y te tiro el frasco negro, el plata, o el azul en todo el morro, en serio te lo digo, ni se te ocurra. Te lo estampo donde duele siempre, en la dignidad. Sólo me faltaba abrir la mochila, y al sacar los pañuelos de celulosa, que alguien viera el perfume de La Voz, que por si faltara algún detalle de cursilería rural, tipo Las Campos -vulgar, feo, cateto y antiguo, sentenció la diva y recauchutada Carmen Lomana- van y lo diseñan en forma de micrófono, en serio. Lo vende Telecinco. Lo digo para que entendamos la dimensión del mal gusto. La verdad es que llevamos más de un mes en manos de publicistas sin escrúpulos al servicio del dios dinero, que reina en el paraíso de nuestra sociedad, que es consumista o no es. Ni navidad ni leches, consumo. El niño Jesús no nació en Belén para darle una entrada mágica a la Biblia ni para que algunos pintores como fra Angélico o Leonardo da Vinci crearan sus anunciaciones sino para que las empresas del Ibex y aspirantes a esa cumbre del manejo planetario hicieran palmas con las orejas en llegando estas «fiestas tan señaladas» que ya acaban. ¿Vieron el anuncio en el que sacan a un editor frente a Miguel de Cervantes diciéndole que es imposible publicar algo que tiene 1.424 páginas, y que podría traerle algo de poesía como ese, el del cuadro, Góngora, un crack? Bah, responde Cervantes, Góngora es muy comercial. Es el anuncio de la Lotería de El Niño. A los publicistas a veces se les va la olla, pero también saben cómo somos, incluso más de lo que creemos. Eso sí, en otras ocasiones parece claro que tú no eres el destinatario de lo anunciado porque en cuanto ves cómo lo venden saltan todas las alarmas.Carmina y Carmena

Me pasa con el anuncio de no sé qué aplicación que te permite pagar lo que quieras con el móvil. Me está cayendo gorda Carmina Barrios, la madre de Paco León, desde que sale en pantalla anunciando esa aplicación rodeada de tonos rosas, con sus gafas de sol y su pañuelo de ir a segar, hablando con ese arrastrado andaluz de pandereta, necesario, imprescindible para empacar el contraste entre la modernidad y el avance de lo que se vende y el atraso e incultura de esta señora que parece interpretarse siempre a sí misma. Una mari disfrazada para la ocasión en tonos rosas, por supuesto muy mariquitas, por si faltara algo en la viñeta. Creo que dirige la serie de anuncios Eduardo Casanova -hizo de loca, mariquita repelente, en Aída-. Y en verdad que le da un toque maripili a la cosa que te cagas.

Hasta Vicente Vallés emitió el otro día una pieza en su informativo de Antena 3 donde se habló de las estrategias de los publicistas para convencernos de que comprando lo que anuncian seremos más altos, más guapos, más ricos, y más felices, y no lo duden, echaremos unos polvos del carajo. Con la llegada de los Reyes Magos, esa cumbre del derroche y el exceso juguetero para adiestrar a los críos desde críos para que relacionen felicidad con tenencia de objetos, el delirio del consumo alcanza niveles de desmadre, llegando la perversión a considerar raros y malos padres a papás y mamás que no juegan a ese juego y educan a sus hijos haciéndoles ver que la felicidad es otra cosa. Son apestados. El dios consumo no los perdona. El sistema se resiente. La tele es su peor enemigo porque vomita sin cesar una oferta que aturde. ¿El día 5 terminó todo con la cabalgata de los reyes, o reinas magas, como una de las carrozas en Vallecas, que lleva hasta «drag queens», reavivando la falsa polémica para dar nuevos estacazos ideológicos a Manuela Carmena? Ni mucho menos. El espectáculo ha de seguir. Y después de navidad, llegan las rebajas. Que ya empiezan. De nuevo, gastar, consumir, y ser felices. La tele de estos días no para de recordarlo.Marca España

La publicidad institucional también tiene su aquél. Aquí el burdo y prosaico interés de la venta de coches, juguetes, perfumes, lavavajillas, teléfonos, electrodomésticos o navajas de Albacete se eleva y la pretensión es vender valores -de buen ciudadano, de conductores responsables, de acabar creyendo que tú también eres Hacienda, que la ley es igual para todos-, o vender algo tan intangible como la marca España. Verán. Según me entero, Bertín Osborne, que empezó el año con tropiezo de audiencia de Mi casa es la tuya con Alaska, Fernando Tejero, y Niña Pastori y sus mamás, seguro que no tiene problema para gastar, consumir, y ser feliz, mucho más después de los 14.520 euros que se embolsó por presentar unos premios de la Diputación de Zamora, PP, que reconocía el talento de los audaces, de quienes tienen ideas para sacar adelante su propio negocio, eso que se conoce como emprendedores. A IU le parece excesivo e inadecuado semejante salario por unas horas de micrófono y, supongo, comentarios de gañán sin pulir, aunque al PP le parece adecuado porque «Osborne aportó su marca España para poder hacer visible nuestro talento». ¿Bertín y marca España? Cualquier anuncio de tomates de El Ejido o melones del Campo de Cartagena harían más por esa marca tan masacrada por los mismos que dicen defenderla que un Bertín tragaldabas embolsándose el pastizal que ya quisieran para sí los talentosos zamoranos ganadores de los premios que entregó el cantante de rancheras. Es una putada, una guarrada a la sociedad que la creó, un gesto feo, una hostia mal dada, la noticia que nos ha conmocionado hace unas horas. Andrea Janeiro Esteban -Andreíta, cómete el pollo, coño-, no podrá ser marca España por decisión propia. No quiere ser famosa, salir en la tele. Es lista. No quiere ser un producto de consumo. Quiere ser feliz.

La guinda

Fracasos

Lo de los Singles XD de Nùria Roca estaba cantado, era previsible, y en esta columna lo dejé escrito al día siguiente del estreno en Cuatro. Olía a fracaso desde el minuto uno. La cadena ha reaccionado retirando la ocurrencia -otro de citas-. Lo de Las Campos, que parecía el no va más de la horterada que atraería a una clientela abducida, igual. Se estrenó con bajísima audiencia. Y eso que las señoras hicieron el ridículo a lo grande.