Niños esqueléticos

Me estoy embruteciendo. Sólo hojeo muy por encima las revistas de Oxfam o de Médicos sin Fronteras. Porque me cuesta mirar el sufrimiento de los niños esqueléticos. Cuando sale un anuncio en la TV pidiendo ayuda contra el hambre zapeo. Me molesta tanta necesidad y no me molesto ni en mirarla. Y eso que lo que me piden es casi nada. Y que como jubilado tengo todo el tiempo del mundo.

Me he dado cuenta y tengo que rectificar. Suelo intentar ser amable con los que trato. Personas con un bienestar como el mío, que no me suelen pedir nada. Con esos es cómodo ser amable.

Pero ignoro a los que de verdad sufren. Y se me aparece la profunda verdad. Con los que sufren, con los necesitados, con los pobres, con los hambrientos -la tercera parte de la humanidad- , es con quien debo ser amable. Aunque tenga que hacer esfuerzo. Las demás amabilidades son superficiales y me satisfacen poco. Entiendo ahora que cuando ame a los pobres es cuando me sentirán humano y me sentiré humano. Y cuanto más trabaje por ellos mejor. Como un amigo mío que entrega para los niños esqueléticos íntegra su pensión y él vive de recoger sobras. Y es envidiablemente feliz.

Pablo Osés AzconaFuengirola