Un lector amigo (valga la redundancia) sugiere que, ante la inviabilidad de la vía telemática, se pruebe moviendo el Parlament dentro de la geografía nacional. Los diputados electos viajarían en trasbordador hasta el límite de las aguas territoriales frente a Catalunya. Puigdemont y sus prófugos llegarían en patera con gallardetes desde, por ejemplo, Córcega, hasta la raya. En el momento de toma de posesión e investidura los de la patera estirarían una manita a este lado de la raya (en ningún lugar se dice que la presencia deba ser de cuerpo entero). El público y sus habituales esteladas llegarían en gabarras engalanadas, se contrataría unas cabriolas de delfines, desfilaría la unidad acuática de Mossos, un buque de la Armada vigilaría la raya, habría fuegos (focs), los derechos de imagen se venderían a todo el mundo y con la recaudación se incentivaría el retorno de empresas fugadas.