La Diputación Provincial anuncia la construcción en los jardines de La Térmica de un edificio como Centro de Estudios Americanos Bernardo de Gálvez. Nos parece una idea desafortunada. La positiva reivindicación de la figura de Bernardo de Gálvez amenaza con pasar de lo pertinente a lo exagerado.

Fue meritorio el primer conde de Gálvez. Héroe militar sin duda. Recordado justamente en Estados Unidos por la contribución a su independencia. Generoso y efímero virrey, prematuramente fallecido. Bienvenidos sean cuadros, estatuas y recuerdos.

Pero no debemos olvidar que el gran estadista y reformador, el que influye decisivamente en la política internacional de España en la época, la fuente de todas las prebendas familiares y de los beneficios para la provincia de Málaga es su tío, el ministro José de Gálvez.

Y que la prima-hermana de Bernardo, María Rosa de Gálvez, la primera entre las dramaturgas de la Ilustración, ni siquiera figura en el conjunto escultórico que representa a los miembros de su familia en la Explanada de la Estación. Está visto que la literatura es un arte menor frente al arte de la guerra.

La provincia de Málaga ya cuenta con un memorial permanente dedicado a los Gálvez y que no es otro que el municipio de Macharaviaya todo entero. Es la Universidad de Málaga la que debe potenciar los estudios sobre los Gálvez, con criterio científico, desde el trabajo y no desde el espectáculo. Y para representación de los Gálvez ya tenemos a Macharaviaya, con un museo infrautilizado y una preciosa biblioteca ubicada en un edificio histórico.

Resulta irónico que, en el siglo XVIII, cuando había que subir a Macharaviaya en mula, los Gálvez crearan una fábrica de naipes con el monopolio para toda América. Y ahora, en la época de las comunicaciones, cuando la información se comparte universalmente y al instante con un clic, parezca a algunos que Macharaviaya queda demasiado lejos. La Diputación Provincial tiene la misión de promocionar la provincia de Málaga. Y la capital ya tiene suficientes museos, centros y recursos culturales.

También parece desacertada la ubicación en el jardín de La Térmica. ¿No podemos dejar nada sin estropear? La Térmica es un centro dedicado a las propuestas culturales más contemporáneas. ¿A qué viene una nueva construcción en su jardín dedicada a Bernardo de Gálvez? ¿Por qué no está convenientemente protegido el jardín del antiguo Centro Cívico?

Un nuevo edificio, dicen, abierto al barrio, como si la propia Térmica no estuviera toda ella abierta al barrio.

No debemos caer en un uso frívolo y cansino de la figura de Bernardo de Gálvez. Y tampoco permitir estas intromisiones en el espacio de La Térmica, porque implican un sutil menosprecio a la importancia que La Térmica merece en el devenir cultural de la ciudad.

Es indiscutible que La Térmica es uno de los proyectos públicos más interesantes realizados por las instituciones durante décadas. Un proyecto generador y regenerador de una zona fuera del centro histórico.

No acabamos de entender la necesidad de este pastiche. Dejen Bernardo de Gálvez a la Universidad y a Macharaviaya. Si la Diputación Provincial quiere promover y gestionar un nuevo centro cultural, que lo haga en Macharaviaya, en la provincia como es su competencia.

Y dejen La Térmica como está. Porque el mejor homenaje al talante ilustrado de los Gálvez es el respeto a un jardín ordenado y a un espacio público que los jóvenes de Málaga han hecho suyo.

*Tribuna firmada por: José Luis Cabrera, diplomado en Genealogía y autor de dos libros sobre los Gálvez de Macharaviaya; Rosa Palomo, doctora en Historia del Arte y presidenta de Promuarte (Asociación de Mujeres por la Cultura y el Arte); Miguel Ángel Bustamante, licenciado en Historia; Alfonso Aurioles, funcionario del Ayuntamiento de Macharaviaya; Antonio Santiago, doctor en Geografía; José Andrés Navarro, restaurador y conservador de obras de arte; Esteban Alcántara, licenciado en Historia y presidente de la Asociación Cultural Torrijos 1831; Eva Morales, licenciada en Historia; Juan Luis Espejo, doctor en Historia; Jorge Dragón, artista visual y licenciado en Periodismo; Pedro Pizarro, gestor cultural y licenciado en Historia del Arte