Con el paso de los años After Many a Summer sigue consolidándose como una de las grandes obras de Aldous Huxley. El maestro ya está consagrado como uno de los escritores y pensadores imprescindibles del siglo pasado. La traducción del título al español - Viejo muere el cisne - no fue especialmente afortunada. Suele ocurrir. Se utiliza además la cita de un poema de Tennyson, en el que Huxley se inspiró para titular su libro. Mejor suerte corrió la edición alemana: Nach vielen Sommern (Después de muchos veranos). El texto de After Many a Summer lo envió Huxley para su publicación a sus editores en agosto de 1939. Unos meses después del final de la Guerra Civil Española y unos pocos días antes del comienzo de las primeras hostilidades de la Segunda Guerra Mundial.

Empieza la novela con la llegada de un muy civilizado gentleman británico, Jeremy Pordage, a la estación de Los Ángeles. Donde le esperaba, solícito, el chófer de Mr Stoyte. Ya camino de la mansión de sus anfitriones, observó el viajero por la ventanilla del auto que los jóvenes vendedores de los periódicos californianos anunciaban unos titulares con el nombre de Barcelona. Era obvio que ésta estaba siendo acorralada por aquel Fascio primigenio de la vieja Europa.

¿Cómo ahora? Con la amenaza de este nuevo Fascio del nacionalismo catalanista (es acertada la expresión de Félix de Azúa) que hostiga sin piedad a esta ciudad prodigiosa, Barcelona. Cercada hoy por las tribus bárbaras del nacionalismo ágrafo, ya acampadas fuera de las murallas. «Terribilis, ut castrorum acies ordinata». Terribles, como un ejército en orden de batalla.

La sombra de Barcelona planea sobre el texto de Huxley. Especialmente en los comienzos del décimo capítulo de la segunda parte de After Many a Summer. Creo que tengo el deber moral de citar a Huxley una vez más: «Barcelona había caído. Pero incluso si no hubiera caído, incluso si nunca hubiera sido sitiada, ¿qué hubiera ocurrido?»

«Como cualquier otra comunidad, Barcelona en parte era un mecanismo, en parte un organismo subhumano, en parte una pesadilla - una inmensa proyección y encarnación de las pasiones y las locuras de los humanos- de su avaricia, de su orgullo, de su hambre de poder, de su obsesión por las palabras huecas, de su adoración de unos lunáticos ideales».

«La locura consiste en no reconocer los hechos; en convertir a los deseos en los padres de los pensamientos; en concebir que las cosas no son lo que realmente son; en intentar hacer realidad los deseos a través de medios que incontables experimentos previos han demostrado que son inapropiados».