El Málaga CF inicia hoy una nueva era, la de Jose. Así, sin tilde, tal y como nos pide que lo llamemos. Ni apellidos ni gaitas. Cercano como Jose, nuestro Jose. Tu Jose. El padre de todos. El carpintero. El padre del Resucitado. Porque el malaguismo pide que la resurrección del equipo empiece a partir de las nueve de esta noche, con las cámaras de televisión en abierto para poder contemplar al minuto y sin limitaciones lo que suceda en el estadio más pequeño de las grandes ligas de Europa.

No hay margen para la derrota, después de la victoria de Las Palmas, el sábado, que dejó al cuadro blanquiazul como provisional colista y a tres puntos de distancia de los insulares. Jose reconocía ayer que la plantilla no es optimista. Pero todos confiamos en que obre el mismo milagro que hace dos campañas culminó en Los Cármenes, al tomar el timón de un Granada también sentenciado al desahucio en Primera.

Si los jugadores han sido más bien pesimistas durante las últimas horas es porque han mirado al pronóstico meteorológico. A la presión física de un campo de tan reducidas dimensiones, con sus 7.000 espectadores situados casi encima de los 25 protagonistas principales, hay que añadirle esa noche de perros que se espera, más propia del camino al Calvario que del sepulcro vacío. Lluvia de principio a fin, con unos cinco litros por metro cuadrado para encharcar desde las áreas a los dominios de dos de los carrileros mejor valorados de la competición española (Rosales y Ander Capa).

Con 12 grados en los termómetros, Jose y sus pupilos tendrán que bailar, por si fuera poco, con uno de los equipos más en forma de los dos últimos meses. El Eibar durante las últimas ocho jornadas, sin contar con la que se completa hoy, sólo ha sido superado en puntuación por la escuadra a la que le debe su indumentaria, el FC Barcelona (ya saben que la federación vasca le cedió a los armeros una equipación completa del conjunto blaugrana justo cuando se fundó).

En este periodo, los eibarreses han acumulado seis victorias, las mismas que el líder destacado de la Liga Santander, y sólo un punto menos que los también blaugranas. Mucho se habla del milagro que supone ver a un Eibar tan fuerte. Pero poquísimo se sabe de uno de sus secretos: el txoko. En el interior de Ipurua, con vistas al césped, la plantilla come al menos tres veces por semana en ese reducido comedor. Allí comparten alimentos, hábitos saludables y, sobre todo, crean una piña bastante rocosa.