El director general de Tráfico, Gregorio Serrano, ha dicho que no hay que escribir en las redes sociales cuando se está cabreado. Puede que no tengamos un buen director general de Tráfico, pero parece que hemos ganado un community manager.

Serrano compareció esta semana en el Congreso de los Diputados para explicar su actuación el seis de enero, cuando unos 3.000 conductores quedaron atrapados seis horas en la AP-6 por una nevada del copón. Nótese que hemos estado hábiles para esquivar lo de copiosa nevada, incluso lo de nevada intensa, que son tópicos que están ahí, acechándolo a uno cuando escribe la columna por ver si se cuelan en el folio.

Serrano exhibió una mezcla de humildad y soberbia, dejando parte de su comparecencia en un acto de contrición por haber escrito cositas en caliente en el Twitter, que no es que lo cargue el diablo, lo carga uno mismo con las manazas cuando está cabreado, con tres cervezas, enojado, despechado o aburrido. Todos hemos metido alguna vez la pata, incluso las dos patas, en las redes sociales, lo que no está al alcance de cualquiera es meter la pata organizando la logística para combatir el caos de tráfico en una autopista cuando cae una nevada de esas que pareciera que un millón de ángeles desde el cielo están cagando a la vez. Hay que ser muy hábil para hacerlo todo mal.

Que no es el caso, casi (¿«casocasi» como neologismo?) de Serrano, aunque no estuviera precisamente de arte. Ni en su puesto de trabajo. La culpa también es de los conductores que, al ser españoles, tienen una alta propensión diagnosticada a echar la culpa de todos sus males (y sus improvisaciones) al Gobierno. El community insistió bastante en las culpas de la concesionaria, que básicamente, quiere hincharse de recaudar pasta por el peaje así truene, nieve o se acabe el mundo, cosa que ocurrirá algún día y habrá gente mientras pagando un peaje. Autopista hacia el cielo, quizás, parafraseando el título de aquella olvidable serie que no hemos olvidado. Ya escampará, pensará Serrano y su protector, el ministro Zoido. Lo malo es que volverá a nevar. Las lluvias de críticas pueden arreciar o terminar, pero las nevadas vuelven. Él pensará que lo importante es que le pillen con batería.