Que el tiempo es relativo, no lo discute nadie. Hay mañanas que se hacen eternas y semanas que pasan volando. Hay veces que el calendario pareciera resistirse a avanzar hacia agosto, y otras veces en las que, sin darte cuenta, estás ya más cerca de la cuarentena que de la treintena. Cuatro meses puede parecer tiempo poco para referirse a un rollete primaveral de juventud, para descontarlos del almanaque pensando en que ya queda menos para el Mundial o cuando el médico te los da de plazo para hacer todo aquello que no has hecho hasta ahora, por lo que pueda pasar -es humor negro, sí-. Pero cuatro meses sin hacerlo... son demasiados. Cuatro meses, con todos sus días. Bueno, casi. Confieso que las primeras semanas, que tampoco es que lo llevara muy bien, tuve un par de escarceos. Así, en soledad. Uno de ellos incluso fuera de Málaga, por si las moscas. Y a pesar del regustito que me dejaron nada más acabar, como es lógico y como nos pasa a todos, confieso que al cabo de los días tuve que reconocer que me hicieron más mal que bien. Pero qué quieren que les diga... cuatro meses. Eso sí que es una pertinaz sequía, y no la del campo malagueño. ¿Y por qué la sequía es siempre pertinaz? ¿Por qué nunca es obstinada, testaruda, tenaz, terca, persistente, duradera o prolongada? Divago, es normal. Cuatro meses... hasta el otro día, que lo volví a hacer. Volvió el ritual, los preparativos de las horas antes, que yo soy muy ordenado. Y de buena mañana, que a mucha gente le gusta más a esta hora que por la noche o en ese espacio de la tarde con tantas posibilidades que es el de la merienda. Divago de nuevo. Que llegó el día. Y volví a tocar cuero. O piel, como quieran. Después de unos buenos preliminares, eso sí. Por lo menos fueron 15 minutos, que hace mucho que no estaba uno a tono, y no es plan de dejar a la compañía a medias al poquito de empezar por un tirón, un calambre o un calentón precipitado, con lo que eso duele. Y cumplí, resumiendo. Una hora y cuarto, que para haber estado cuatro meses sin hacerlo, yo creo que está bien y que es una buena forma de volver a entrar en acción. Con cuidado, sin abusar. Una vez a la semana para empezar que, con paciencia, irán siendo más. Que la primavera ya está aquí, y ya se sabe lo que hace con la sangre, como para estar otros cuatro meses inactivo. Porque digan lo que digan, el deporte es bueno para la salud.