Tenemos un problema. Bueno, llevamos una década con el mismo problema y lo divertido es que dentro de otra década, el problema será el mismo. Es lo que tiene este negocio. Una prestigiosa página web de turismo informa de nuestro problema de una forma muy didáctica. Cuando se le pregunta si los turistas pueden ir en tren desde Málaga o desde el aeropuerto hasta Marbella, lo solventa con un «NO» mayúsculo. La contestación, sabida por todos los que vivimos en esta privilegiada provincia, explica al británico o alemán de turno que «no puedes llegar en tren a Marbella porque el ferrocarril termina en Fuengirola: si optas igualmente por viajar en tren, lo más cómodo es ir primero a Málaga y después llegar a Marbella en autobús».Pero añade, con un poco de sorna: «Pese a su importancia turística, Marbella no cuenta con estación de trenes: el servicio de Cercanías llega solo hasta Fuengirola, una localidad ubicada a unos 30 km de distancia». Para sonrojar un poco más explica que «si estás pensando en llegar hasta Fuengirola en tren para después coger el autobús para Marbella (M-220), no has tenido una buena idea: los horarios de los autobuses no son prácticos y la duración del viaje es excesiva, ya que hay muchísimas paradas a lo largo del recorrido». El turista, tras leer esta sugerencia, suele pinchar el enlace que le lleva a una web de reservas de una conocida marca de coches de alquiler.

Y en esas estamos desde que en la década de los 90 a la Junta de Andalucía le dio por prometer un tren que uniría Málaga con Marbella. En 1999 anunciaba que iba a sacar a concurso un estudio de transporte en el corredor costero que incluía la prolongación del tren de Cercanías a toda la Costa del Sol. Desde entonces, proyectos, estudios, cambios de trazado, foros, debates, planes estratégicos, problemas técnicos, promesas, adjudicaciones parciales como el realizado entre Las Lagunas y la Cala de Mijas en 2009, problemas financieros..., hasta que al Gobierno andaluz se le agotan las ideas (se le olvidó convocar la socorrida mesa o comisión mixta de transportes) y decidió que lo mejor sería proyectar un tren de alta velocidad y no prolongar el Cercanías, un cambio de modelo que se escapa de sus competencias autonómicas y sirvió de pretexto para largarle el proyecto al Gobierno central. Este, para emular las gestas del ejecutivo andaluz, también empezó a enredar con proyectos, estudios, maquetas a escalas que nunca presentó Ana Pastor, promesas, visitas, proyectos, foros, planes, estudios..., hasta que hace unas semanas la visita del ministro de Fomento a Marbella despejó un poco las incógnitas sobre el modelo de tren, los plazos, el trazado y nos lleva de nuevo al punto de partida anunciando que para este verano sacaría a información pública las dos alternativas planteadas tras la finalización del estudio geotécnico de los proyectos. Tiene mérito no avanzar nada en 20 años pese a que todos coinciden en su necesidad.

Pues bien, fruto del dinamismo proverbial de esta tierra se ha abierto, para sorpresas de todos, un nuevo debate (ojo, llevamos desde 1999 debatiendo sobre el tren, lo que merece otro debate sobre la seriedad de nuestros gobernantes) para dilucidar si es mejor prolongar el actual tren de Cercanías que termina en Fuengirola o construir una vía alternativa que una directamente Málaga con Marbella con epicentro en el aeropuerto y con un ancho que permita en un futuro circular trenes de velocidad alta. (El lector ahora mismo está pensando que con que llegue se conforma).

El Gobierno central contempla dos alternativas de trazado pero siempre partiendo de la prolongación de la actual línea de Cercanías que termina por Marbella. La primera opción (más cara, unos dos mil millones y 53 km de trazado) sería prolongar la línea férrea siguiendo (casi siempre bajo tierra) el trazado de la autovía A-7; la segunda opción (unos mil millones y 55 km de trazado) seguiría el trazado de la AP-7 hasta la entrada de Marbella o del hospital Costa del Sol.

Por su parte, la Junta de Andalucía y el PSOE defienden la necesidad de una línea directa de altas prestaciones que una Málaga-aeropuerto-Marbella al entender que prolongar el Cercanías no es operativo debido a los tiempos de respuesta y a que 10,1 de sus actuales 30 km son de una única vía.

A estas dos propuestas, se suma una tercera de los empresarios de la Costa del Sol, que quieren las dos anteriores y no entienden que se discuta a esta zona de España unas infraestructuras básicas para la movilidad y el desarrollo económico de la Costa del Sol, más cuando la actual línea de Cercanías pasa por ser la más rentable del país.

Técnicamente desconozco cuál es la mejor opción para dar servicio a turista y, lo que es más importante, a los malagueños, pero este debate monopolizará la campaña electoral de las ya cercanas elecciones municipales de 2019.

Creo que desde 1999 se ha tenido tiempo de sobra para decidir cuál es la mejor opción que se merece Marbella y la Costa del Sol y que todos arrimaran el hombro para que este eterno problema sea una realidad y no una nueva excusa para la confrontación. Lo veo negro, como el túnel de un tren, aunque ahora, como antes, quieran vendernos en época electoral que ya se ve la luz al final del túnel.

Tenemos un problema y los turistas una app de coches de alquiler. Qué mérito.