Los llaman los cuaresmeros y asoman la cabeza estos días, cuando la primavera ya se divisa en el horizonte cierto de los sentidos y las cofradías se abren a la ciudad para preparar los cortejos procesionales. Van llegando a las sedes de las corporaciones nazarenas muy trajeados, con varias insignias en la solapa izquierda de la chaqueta, acuden a los cabildos y juntas de gobierno, dan sus opiniones con vehemencia y sentencian, si es que pueden, a algunos de los que siempre están en las cofradías, fiscalizan su trabajo y emiten el veredicto inapelable del que, aunque no está, lo sabe todo. El verdadero cuaresmero acudirá al reparto de túnicas de su cofradía y saludará a quienes las dan, aunque los conozca de poco o casi nada; enseña la foto de los titulares de su cofradía a gente que los ve todo el año, porque acuden a los cultos y misas organizados por la hermandad; besa esas fotos y se da golpes en el pecho, critica el mínimo cambio propuesto en el recorrido y luego raja de los partidos políticos que han eliminado su representación de los desfiles. También suele vérsele en el bar cuando los hombres de trono se tallan. Saludan, con la cerveza en la mano, enarcando las cejas y moviendo los hombros. En el coche lleva estos días los CD con los grandes éxitos de las bandas de cornetas y tambores de hoy y siempre, que por supuesto pone a toda voz en los semáforos; va a la presentaciones de paños, carteles y nuevos enseres, charla animadamente con hermanos mayores a los que ha visto poco o nada y critica cómo han vestido a la Virgen para esta Cuaresma. Habla de llevar los cirios a la funerala y saca el tema de las velas rizadas, pasado de moda pero siempre listo en su cartera para apelar a la indignación del verdadero cofrade malaguita; otros temas son las mujeres que quieren sacar tronos, algo que él no ve bien. ¡Qué carajo! Lo ve fatal; las nuevas túnicas de nazarenos y portadores de trono, sobre ello también tiene opinión y, cómo no, analiza el cambio de recorrido oficial de la Semana Santa, de las excesivas salidas extraordinarias y de la innecesariedad de que las mismas se circunscriban a la Semana Mayor. ¡Si es lo que gusta en Málaga, por Dios! El Domingo de Ramos llega el éxtasis del cuaresmero, aunque el Domingo de Resurrección todo vuelve a la normalidad y el cuaresmero, al anonimato.