"Me llamo Ana*. Tengo 45 años y vivo en Fuengirola con mis hijos Lidia y Jose Luis, de 8 y 13. Trabajo como jardinera y me gusta. Corto la hierba con la desbrozadora y sé manejar bien el serrucho, las tijeras y el cortacesped. He aprendido y quiero seguir aprendiendo. Después del calvario que he pasado me siento feliz y orgullosa porque nunca pensé que fuera capaz de salir adelante.

Hace 18 años que dejé Bolivia. Llegué sola con mis otras dos hijas, Sonia y Carmen, que entonces eran chiquitas, la pequeña tenía 21 meses. He pasado años muy malos. Sin luz ni agua en la casa. Desahuciada. Me vi en la calle. Estuve durmiendo tres noches en un cajero automático, cogiendo del suelo restos de comida que habían dejado cerca de una hamburguesería y preguntándole a Diosito qué había hecho malo para acabar así. Fue una situación que nunca había vivido. Lloré lo que nunca había llorado. La mamá de un compañero de colegio de mi niño me habló de Málaga Acoge y el 12 de mayo del año pasado entré a vivir con mis hijos en un piso de acogida junto a otras dos mujeres. Al principio me costó mucho adaptarme y me sentía perdida e inestable. Llegué a preguntarme si merecía la pena luchar. Antes estaba muy mal emocionalmente y no podía tirar de mí. Pero los diez meses que he pasado en el piso me han ayudado muchísimo.

Ahora es distinto: He aprendido a sentirme bien conmigo misma, a aceptarme y a quererme como soy, con mis defectos y virtudes. He hecho varios cursos, uno de animación turística y otro de informática. Me he dado cuenta de que soy inteligente y creativa. Me gustan las manualidades y tengo en mente un proyecto para crear piñatas con la forma de distintos personajes infantiles para fiestas de cumpleaños. En Bolivia fui maestra de infantil y me encanta trabajar con niños y niñas. También se me da bien la repostería y quisiera abrir mi propia tienda de tartas porque las que yo preparo tienen dentro un bizcocho esponjoso que se deshace en la boca. Y sé decorarlas bien.

Antes tenía que estar tumbada. Me pesaba y dolía todo. El desorden que había en mi vida se reflejaba en mi actitud, en mi relación con mis hijos e hijas y en lo que me rodeaba. Engordé mucho porque descuidaba la alimentación. Ahora estoy bajando de peso. Desde que me apoya Málaga Acoge he aprendido lo que es una buena nutrición y a enseñar a mis hijos a comer bien. Soy más ordenada y he aprendido a poner límites. Creí durante mucho tiempo que había sido una mala madre. Ahora pienso que he hecho lo que he podido y ha mejorado la relación con mi hija mayor, que ya es madre de una niña pequeña.

Mi hija Lidia ha pasado malos momentos, perdió un año escolar, pero ahora está muy contenta y eso me alegra muchísimo. La he apuntado a baile flamenco y tiene mucho arte. Lidia tiene muchos peluches y muñecos junto a la ventana del dormitorio. Es su rincón de juegos junto a la cama grande del dormitorio. Anoche, que hacía frío, dormimos los tres juntos.

Lo que no he conseguido en veinte años lo he logrado en diez meses. Veo cómo estoy, con un trabajo y viviendo por mi cuenta con mis hijos desde enero, y me siento muy orgullosa de lo que he logrado. Ha sido como un milagro.

*Ana es una mujer que ha vivido diez meses en un piso que Málaga Acoge mantiene en el marco de un proyecto de acogida. Los nombres que aparecen en el textos no son los reales