La Invisible. Ese edificio emblemático que acogía el mítico pub Metropol, donde muchos treintañeros que frisan hoy la cuarentena bebieron sus primeros sorbos de libertad y vida en esas noches que entonces eran eternas y hoy sólo nos parecen ya recuerdos fugaces de una existencia que nos ha caído a plomo, como un sopapo bien dado. La Invisible, decía, ahora es gestionada por diversos colectivos culturales que ofrecen una interesante y magnífica programación en la que, como último punto del menú, se nos invitaba a una charla en la que iban a participar expresos pertenecientes al Grapo, terroristas para que nos entendamos. Aunque esta es la anécdota, y los gestores que revolotean alrededor del edificio de la Invisible han hecho decenas de foros y eventos culturales y de fuerte contenido social, ahora la preocupación se ha extendido en el colectivo porque Ciudadanos ha pedido que la gestión del inmueble salga a concurso y, de paso, se arreglen los graves problemas estructurales que arrastra. Y sí, tenemos graves problemas estructurales si, por ejemplo, en una rueda de prensa o en un pleno señalamos a los socios privados que invierten sus cuartos para explotar el restaurante de los Baños del Carmen y queremos que se les quite y luego, cuando nosotros somos señalados, cuando nos dicen que La Invisible, un edificio municipal, debe ser sometida a un concurso público para que sea gestionda por la asociación o colectivo que presente mejor oferta, nos indignamos y montamos campañas a través de redes para insultar a quien simplemente pide el cumplimiento de la ley. A mí me encanta que los que gestionan la Invisible hagan tanto por la cultura y el movimiento asociativo de carácter asambleario en la ciudad; en muchas cosas me parecen un ejemplo, pero esa ejemplaridad que sus concejales luego exigen en el salón de plenos al resto de partidos debe pasar también por el filtro de un concurso público y que gane la mejor propuesta para los malagueños. Por qué el alcalde no ha actuado hasta ahora, es un enigma. Hay quien ha apuntado a un pacto secreto con el PP a cambio de una victoria efímera, ya pasada, de otro grupo político. Volviendo al asunto de La Invisible, parece que la historia tiene visos de envenenarse para el regidor malagueño y para los propios promotores, sobre todo porque Ciudadanos está apretando. A ver cómo se resuelve el culebrón. Si se piden concursos para el Astoria o para la concesión de cualquiera de los servicios municipales, como por ejemplo el CAC, no estaría de más que aquí también ocurriera, sobre todo porque ese edificio lo han pagado los malagueños con su dinero y no se puede defender una cosa en relación a los Baños del Carmen y otra distinta cuando nos afecta la historia a nosotros. La coherencia es vital para volver a repetir en las elecciones salvo que en política se esté para otra cosa que se me escapa.