Hoy estoy feliz, pletórico. Por lo visto se han celebrado en un local de Torremolinos unas jornadas sobre la masturbación, sufragadas, en parte, con dinero de la Junta de Andalucía. Susana ha debido confundir lo de que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda. Qué alegría, qué alboroto. Eso significa que la Comunidad nada en la abundancia, pues de lo contrario no me explico que el Gobierno andaluz, tan sesudo y preocupado por su gente, se gaste un sólo euro en explicar algo que es tan antiguo como la vida misma y es capaz de realizar con éxito hasta el mono más tonto de la monería. No le veo sentido a que nos enseñen a usar la cuchara sopera o a andar y hablar al mismo tiempo, pues eso.

Esa jornada forma parte de unos talleres de divulgación sexual que duraron una hora cada uno y fueron gratuitos. En total eran tres, y sus ilustrativos nombres no tienen desperdicio, a saber: Afrodita y su manita; Tú me das cremita, yo te doy€ y Más de tres sacudidas. Una trilogía de tres horas para seguir manteniendo en funcionamiento la rueda de las subvenciones bajo la excusa de la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, la visualización de todas y cada una de las opciones sexuales imaginables y normalizar la condición de cada quien, lo que, a ojos de la Junta, merece un dispendio para asegurar su puesta en escena. Así que ya sabe, cuando usted lleve catorce horas esperando arrinconado en una atestada sala de espera de urgencias por falta de camas o personal médico, no se queje, porque Susana está sobrada y usted no es más que un ingrato.

Por eso hoy le doy las gracias a Susana Díaz, porque gastos como este de la teoría del onanismo suponen que Andalucía está a pleno rendimiento, creando riqueza. Y es que usted no lo sabe, usted se queja de vicio, pero está equivocado.

En Andalucía sale vino por los grifos, no hay paro, todas las personas dependientes están debidamente cuidadas, es casi gratis estudiar en la universidad, sobran plazas en las guarderías y espacio en los ambulatorios, se ha solventado aquello de los atascos judiciales, somos punta de lanza en investigación e innovación, no existen listas de espera y la asistencia sanitaria es inmejorable. En Andalucía no pagamos impuestos abusivos, está tirado abrir un negocio, las licencias vuelan, ser autónomo es una bendición, las oportunidades andan por doquier, se cuida la naturaleza como oro en paño, todo es tecnológico, estamos a la última, exportamos una materia prima que nos quitan de las manos, los actos culturales se amontonan por las calles, tenemos el patrimonio mejor conservado de Europa, incluso profesores con los mejores medios para educar a las nuevas generaciones.

En Andalucía se come y se bebe a manos llenas, se encuentra facilidad para toda empresa o aventura, los funcionarios de cualquier administración gozan de material adecuado y suficiente, batimos todos los récords del deporte, optamos cada año al Nobel, se publican y editan obras literarias hasta decir basta, se nos solucionan todos los problemas y se atienden todas nuestras demandas, nos sentimos arropados por nuestros gobernantes, los ganaderos y agricultores reciben ayudas y dádivas, y los pescadores de interior ven cómo sus caladeros son respetados y puestos en valor.

En Andalucía todo es cachondeo y francachela, puedes ir en tren donde quieras, la Junta responde cuando sufrimos sequía o inundaciones, todas las provincias gozan de las mismas oportunidades, tenemos el menor índice de criminalidad del país y los mejores museos y bibliotecas, carecemos de corrupción, no existen zonas deprimidas, recibimos cuanto necesitamos, gozamos de las playas con la arena más paradisiaca del mundo, apostamos por invertir en infraestructuras, y terminamos todo lo que empezamos, como el hospital de Marbella.

Gracias Susana, de corazón, pero te cuento un secreto. En Andalucía, aunque no te lo creas, y a pesar de todas las deficiencias con las que vivimos por falta de financiación, somos tan inteligentes como para conocer las distintas formas de sexo y disfrutar de ellas. De hecho somos especialistas en reconocer cuándo nos están jodiendo.