Paradójicamente, muchos madridistas irredentos y algunos amigos han vuelto a taparse. ¿Dónde están los impenitentes de la flor de Zidane? Esos que cualquier triunfo pasado fue de los futbolistas o de la supuesta suerte del francés y las derrotas solo culpa suya.

El protegido de don Florentino erró en la confección de esta plantilla, eso es tan claro como que gestionó con notabilísimo éxito la heredada. Otra cosa es que yerre o acierte en sus planteamientos y cambios. Y ahí tenemos de todo, también como todos. Contra el PSG hizo pleno. ¿Que le acompañó la fortuna? No hay ningún campeón sin ella. Y fue así porque los otros seis magníficos del Madrid también la tuvieron y el becario Emery no, errores aparte. Aunque la película hubiera sido muy distinta si le acompaña la suerte. Ahora sería figura y Zidane un petardo.

Casemiro y Ramos sacaron yendo al suelo y con la punta de la bota dos balones que iban directos a gol, perdiendo ya por uno, y Keylor evitó otro con una mano prodigiosa. Cristiano, tras confirmar su categoría en el penalti, marcó su ciento uno de rodilla izquierda -¡tela!- y Marcelo de carambola con el suelo y un rival. ¿Acierto? ¿Suerte? Las dos cosas al tiempo. ¿Y Asensio? Puso dos buenos balones y el rechace del portero en uno de ellos rebotó en Cristiano y supuso la remontada. ¿Cuántos pases parecidos llevan sin suerte Isco, Lucas, Carvajal y él? Los goles son la ciencia del fútbol. Por cierto, ¡menudo medio el gigante canterano parisino Rabiot! Con Mbappé, Neymar y Marquinhos lo mejor del PSG.

El árbitro, ese demonio con pito que critican sus forofos cuando los merengues palman aquí, sancionó un penaltillo a favor y no vio otro en contra que pudo pitar. ¿Estaba comprado? Creo que tanto como los que en liga favorecen supuestamente al Barça. Solo aprecian, juzgan, yerran y aciertan.

La clave, aparte de lo dicho y del insustituible coraje que decíamos la semana pasada, estuvo en los banquillos. Lo peor para Emery es su reincidencia en Champions y en España. Hace un año se equivocó en el Nou Camp tras barrer al Barça en París; si hubiera salido a jugar como sabían y no a encerrarse no le meten seis goles los culés. Y el miércoles erró con un inexperto mediapunta argentino de mediocentro, para gozo de Isco y Kroos, y en el cambio de Cavani por un lateral para adelantar a Alves. Por esa banda vino su cólico; idéntica cagalera que en 2017. Entonces dijimos que debía repensarse porque no dejaba de ser un becario muy justito para equipos grandes. Le prorrogaron el Erasmus, pero seguramente contempla sus últimas lunas llenas sobre París; esa maravilla que cantaba excelsamente Ana Belén. Meterle dos o tres goles a los blancos sin que marquen me parece complicado, aunque tampoco sean los de Zidane un crisol de seguridades.

Advertimos que el Real se transforma en Europa, y hasta que se encuentre con los extraordinarios Barça o City, salvo pájara de Guardiola, que no sería la primera, es osado apostar en contra.

Zidane se irá porque el Barça liquidó su etapa. Sabe demasiado de esto, por mucho que algunos no lo vean, y dejará la puerta abierta. Pérez lo valora, pero es implacable y quiere a Löw y Neymar, aunque lo del brasileño está verde por el dinero publicitario qatarí de su mundial, al margen del contrato parisino. Lo normal es que intente traer al goleador Kane jugando con la connivencia de Pochettino, quien se sabe blanco in pectore por simpatía presidencial después de Löw, un par de años máxime, que es la duración media de los últimos técnicos de Florentino, o como alternativa si el teutón se enquista de nuevo. Lo de Guti es un brindis cachondo de los voceras bien mandaos bajo la sonrisa maquiavélica del capo di tutti blanco, condescendiente con sus malintencionadas birlochas al viento. Y también vendrán un central, otro delantero -Benzemá y Vallejo están fuera-, un portero, un lateral -Odriozola- y dos medios; Modric, Kroos, Casemiro, Marcelo, Carvajal y Keylor precisan competencia. El Mundial de Rusia despejará incógnitas del aquelarre que maquina Pérez, que no será pequeño, visto el deprimente curso que padece. Saldrán media docena.