'La migración-comida', por Silvia Urso

Inmigración-comida no es un binomio nuevo, sino un proceso que se ha desarrollado y difundido mucho a lo largo de los siglos. La alimentación de un país está condicionada por factores de tipo biológico, ecológico, cultural e ideológico: las prácticas alimentarias están provistas de una función social y juegan un rol central en la identidad cultural. De hecho, el hombre se alimenta en función de la sociedad a la que pertenece: es la cultura la que define los productos que son comestibles y los que no lo son.

Hoy en día, los fenómenos migratorios se han extendido mucho; por lo tanto, es importante conocer las diferentes etnias y sus costumbres, aprendiendo a respetarlas.

Son dos las palabras clave: respeto y adaptación. Es fundamental la adaptación del grupo étnico en la nueva sociedad a la que se traslada; me refiero tanto a la persona que decide cambiar de país como a la que simplemente va de vacaciones a un lugar diferente del suyo.

Para facilitar la integración no se tiene que imponer con la fuerza la propia cultura, considerándola superior, sino que lo importante es el proceso de fusión de las culturas, de los usos y de las costumbres.

La comida puede ayudar este proceso; hoy en día, los restaurantes ofrecen y facilitan este tipo de combinación: se trata principalmente de los restaurantes chinos, japoneses, mexicanos,etc. Cuando es difícil encontrar la materia prima se puede substituir con un producto local, y este es el primer paso hacia la integración.

Además, existen restaurantes extranjeros en los que no solo se cocinan platos de su tradición, sino también locales: aquí, por lo tanto, se pueden satifacer todas las exigencias, sin imposiciones.

Es importante acercar a los niños a este tema para que crezcan aprendiendo que lo diferente no es algo que hay que rechazar.

Esto tendría que empezar a enseñarse en la escuela: en los comedores se podrían ofrecer también platos típicos de los países a los que pertenece la mayoría de los chicos extranjeros. Sería una manera nueva para recordarles a los extranjeros su tierra, y para acercar a los jóvenes del país de acogida a las otras culturas.

De esta manera la comida es un elemento de unión e intercambio: un ritual para compartir, sin fronteras.