Si usted es aficionado a echarle una sardinilla al gato simpaticón ese (y a su prole) que pulula por el barrio, sepa que o profesionaliza la cosa o se expone a una multa. El Ayuntamiento de Málaga impartirá hoy jueves el primer curso de cuidador de colonias felinas a los solicitantes del carné de «gestor de colonias de gatos ferales», que serán los únicos que tendrán permiso de alimentar a los gatos callejeros. Urge un carné de espantador de palomas. Tendría mucha demanda en la plaza de la Merced y en las terrazas de no pocos bares. Se te comen el pitufo si no andas listo. Las muy listas, lo prefieren catalán. Urge un acallador de cotorras, que se multiplican y multiplican, cantan y cotorrean e impiden siestas, desbaratan coitos, soliviantan sobremesas y perturban hasta en la nocturnidad. Ferales significa salvajes, por cierto.

Al Consistorio de nuestra querida urbe le ha dado un subidón normativo y se ha puesto a regular si debemos darle de comer o no a los gatos, en una ciudad en la que lo que más circulan son mendigos. Aparte de turistas, queremos decir. No sabemos si hay gato encerrado. O si va a surgir una red, una hermandad o sociedad secreta de alimentadores clandestinos de gatos

-Oiga, ¿qué lleva ahí?

-Nada, nada, agente un bocata lomo para el descanso

-¿Seguro? A ver si va a llevar friskis o albóndigas de atún para algún gato ilegal.

Sin duda, la nueva normativa, sin ser salvaje, resulta felina. Mas que de Angora es normativa callejera y como de relamerse los bigotes recaudatorios con las posibles multas y sanciones. Nos sangran y nos quedamos sin decir ni mu. Ni miau, en este caso. Claro que la peña también puede llevarse a los gatos a casa, darles de comer y luego advetirles de que salgan disimulando y que si ven a un policía o concejal, incluso a un director de área, se hagan los hambrientos, así, como poniendo cara de vaya día llevo, las dos y cuarto de la tarde y ni una raspa. Habrá que agatar la norma. Los gatos, para quien se los trabaja. Nos hacen el gato. Si me dan a elegir entre perros y gatos, prefiero a los gatos, porque no hay gatos policía, dijo Jean Cocteau, un bon vivant que a buen seguro de vivir en Málaga (en Marbella sí vivió y escribió) vulneraría tal norma. Por su parte, fue Churchill quien anotó: «Los perros nos miran como a sus dioses, los caballos como a sus iguales, pero son los gatos los que nos observan como a sus súbditos». En Málaga, a veces, con hambre.