Estamos sumergidos hasta el cuello en el reino de la ´no verdad´. Nunca se ha mentido con tanto cinismo y desvergüenza desde el poder como se hace últimamente.

Se les dice a los jubilados que no han perdido poder adquisitivo porque se les ha incrementado la pensión un insultante 0,25 por ciento y se les recuerda que otros sectores han sufrido la crisis más que ellos.

A jubilados que, con pensiones de miseria, tienen que alimentar muchas veces a sus hijos en el paro o cuidar de sus nietos sin poder disfrutar del descanso que con seguridad merecen.

Se anima a ahorrar a los jóvenes, que, si es que tienen trabajo, es la mayoría de las veces, precario y mal pagado, para cuando les llegue también a ellos la vejez.

Se busca fomentar los planes de pensiones privados en beneficio sólo de quienes gestionan esos fondos mientras se asusta a los presentes y futuros jubilados.

Se habla de ´flexiseguridad´ como si viviésemos en un país escandinavo cuando en realidad de seguridad hay muy poco y la flexibilidad, sobre todo para el empleador a la hora de despedir, es cada vez mayor.

Se califica eufemísticamente de ´autónomos´ a trabajadores que deben ellos mismos ponerlo todo -muchas veces desde el uniforme hasta las herramientas de trabajo- y que, a cambio de su dedicación, no tienen vacaciones ni pueden permitirse el caer enfermos.

Se ponen todo tipo de trabas, hasta hacerla casi imposible, a la reforma de una ley electoral deliberadamente diseñada para beneficio exclusivo de los partidos mayoritarios.

Y se mantiene además el incomprensible ´voto rogado´, que dificulta que puedan votar las decenas de miles de españoles obligados a emigrar en busca del trabajo que no encuentran en casa.

Se habla del compromiso de «este Gobierno» con el sistema de sanidad pública cuando no se hace nada para frenar su deterioro mientras se anima desde todas partes a la gente a contratar seguros privados.

Se acusa demagógicamente a quienes llaman a la huelga de mujeres, en protesta por la brecha salarial, de ´feminismo elitista´ e ´insolidario´ y de ´romper nuestro modelo de sociedad occidental´.

Se habla de ´separación de poderes´ cuando es cada vez más evidente por muchas cosas que suceden que eso de ´justicia independiente´ es con demasiada frecuencia pura entelequia.

Se sostiene con el mayor cinismo que la «ley orgánica de protección y seguridad ciudadana» no representa «una regresión de los derechos ciudadanos», sino que es incluso «más garantista que la anterior».

Se niega con igual desfachatez que los medios de comunicación de titularidad pública se dediquen a manipular la información y no sólo por cómo se presentan ciertas noticias, sino por todo lo que se oculta.

Se habla de libertad artística mientras se castiga con la cárcel a un rapero por un texto insultantemente estúpido o se retiran de una feria internacional obras de un artista al que un anterior Gobierno quiso premiar por sus provocaciones.

Y a base de todo eso y de torpeza se da pie a que el mundo se pregunte justamente qué pasa en España.