El presidente provincial del PP, Elías Bendodo, optará a un tercer mandato al frente de la Diputación. Siempre había dicho que estaría ocho años, que con dos mandatos es suficiente y bla, bla, bla. Iba a hacer un Aznar, o sea, irse a tiempo, cosa que nadie por cierto ha agradecido a Aznar, pero finalmente va a hacer algo muy común: no irse por irse. Si hay que irse se va uno, ya lo saben ustedes por José Mota, pero ir para nada, o no irse para nada es tontería. Que no se va. Ahora viene el guión lógico en estos casos, que si abro un periodo de reflexión (¿hasta ahora no reflexionaba?), que si me lo pide el partido (como si alguien le tosiera y no fuera a imponer su santa voluntad), que si a ver esto y lo otro. Bendodo será candidato a presidir la Diputación porque es lo lógico. Es la lógica de los partidos, al menos. Aunque: tiene un mérito para ello: la ha saneado. Irá de dos por Málaga, aunque antes, como hizo con Joaquín Ramírez, el alcalde lo hará sufrir un poco con esos desdencitos, esos desairitos, esos pellizquines (dialécticos) de monja.

El pobre Bendodo, por conciliar, por visualizar que él también aporta, dice que él forma un buen tándem con De la Torre, pero claro, el curioso espectador político percibe al presidente de la Diputación detrás, viéndole el culo a De la Torre, que es el que va en el sitio bueno del tándem, delante, avistando el horizonte, saludando viandantes, esquivando curvas, esprintando y dejándolo sin resuello, atrás, pedaleando o pedaleante. Bendodo será alcalde seguramente, algún día, pero la verdad es que esta jugadita del destino, esta encrucijada, esta espera, es una penitencia que el hombre no se esperaba. Y ahí está, casi mendigando ser de nuevo el rector de la nunca bien ponderada institución supramunicipal, habiéndosele quedado pequeña ya hace mucho, por ambición y por las propias (escasas) competencias que la institución tiene, comparada con otras. El otro día coincidieron en un acto, no es difícil, Juan Cassá, De la Torre y Daniel Pérez. En lo inmediato, uno de los tres será alcalde de Málaga en 2019. Se les podría encerrar en una habitación junto a Bendodo y hacerles protagonizar a los cuatro un guión a lo Agata Christie. Un eliminado, un autor de la eliminación, un cómplice, un tibio que a ratos se define para un lado y a ratos para otros. Las combinaciones para ver quién interpreta cada uno de los papeles citados, y en qué momento, son casi infinitas si bien el cronista alberga una ligera sospecha sobre a quién de los cuatro casi seguro quieren eliminar todos. Nos falta un mayordomo.