El ex director general de la Organización Mundial de Comercio, Pascal Lamy, no tiene ninguna duda: chinos y estadounidenses practican un juego sucio con los europeos.

«Lo estamos viendo actualmente. Ocurre que a una serie de países de la Europa central y del Este se les dice: si nos apoyáis en Bruselas, invertiremos en vuestros países».

«Divide y vencerás es el juego de chinos y norteamericanos. Fui durante mucho tiempo comisario europeo de Comercio, y sé de lo que hablo», afirma el francés Lamy en declaraciones al semanario alemán Die Zeit.

Partidario acérrimo del libre comercio, Lamy acusa a China de aprovechar «los puntos débiles del sistema» subvencionando a sus productores y se lamenta de que la OMC no se haya preocupado tanto de ese tema como de liberar el acceso a los mercados.

Al mismo tiempo, critica al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de quien dice que es incapaz de entender que perjudica a la industria de su país al gravar las importaciones porque las cadenas de producción son hoy transnacionales. «Si aplica unos aranceles del 40 por ciento a los teléfonos inteligentes fabricados en China, el perjuicio para la economía norteamericana será cuatro veces mayor que para China. ¡Es algo que no entiende!»

Para Lamy, los aranceles que Estados Unidos quiere aplicar a las importaciones de acero y aluminio obedecen más bien a una lógica «estratégico-militar» que a consideraciones puramente económicas. La idea subyacente, explica, es la de que «si no controlamos la producción de acero y aluminio, ¿cómo vamos a poder hacer una guerra?».

«El Gobierno de Barack Obama ya aplicó esa lógica en su día al prohibir las inversiones chinas en una fábrica de salchichas». La idea, que parece sonar casi a chiste, era que las salchichas son una importante fuente de alimentación de las Fuerzas Armadas de aquel país.

Con todo, Lamy es partidario de tratar de convencer a Washington de que no abandone la Organización Mundial del Comercio, pero que al mismo tiempo respete sus reglas porque «no puede ser que trate de demoler todo el sistema».

Y uno de los problemas es que la Unión Europea no está unida, entre otras cosas, porque tanto Estados Unidos como China pueden presionar a los países miembros más pequeños, incapaces de ofrecer la misma resistencia que, por ejemplo, países grandes como Francia y Alemania.

Para Lamy, si aumentan por otro lado las tentaciones proteccionistas en algunos países es por la realidad socioeconómica: donde existen sistemas sociales fuertes, la gente no se opone al libre comercio.

Pero tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido se ha procedido en los últimos años al desmontaje de esos sistemas sociales, y de ahí, según el socialista francés, el éxito tanto de Donald Trump al otro lado del Atlántico como del brexit en las islas británicas.