El comercio asiático

Siempre he sentido admiración y respeto hacia los asiáticos, especialmente hacia el pueblo chino. Nación grande y ancha que ha sido explotada durante siglos por occidente. E invadida y arrasada por el pueblo japonés con violaciones de todo tipo. Todos sabemos que China es una de las grandes potencias del mundo y nadie le ha regalado nada. Probablemente, dentro de una década será la nación más poderosa del planeta. Los chinos y chinas que residen en España ya son la tercera o cuarta multitud de extranjeros en nuestro país. Cuando voy al seguro médico, veo pacientes de muchas nacionalidades, pero chinos rara vez. Cuando paso por las oficinas del INEM, en las colas ídem. En los restaurantes o negocios de europeos brillan por su ausencia. Excepto cuando se compran coches de lujo de importación y chalets en urbanizaciones de mucho caché. Jamás en mi vida he visto a un chino pidiendo en la calle. Tampoco trabajando de jornalero en el campo. En su mayoría, montan sus propios negocios y los mantienen abiertos 20 horas al día. El 99% del personal de estos establecimientos están laboralmente atendidos por chinos y chinas. En las universidades y centros docentes cada día se ven más asiáticos. Estas personas serán parte del futuro empresarial e intelectual de este país. No sé si cumplen con las leyes de comercio, ya que siempre están abiertos. No sé hasta que punto cotizan a la Seguridad Social. Desconozco si respetan los derechos laborales de sus trabajadores. Son amables en el trato y un comercio de ellos puede vender una sombrilla o una botella de licor con un lagarto dentro. Lo que sí sé es que o nos ponemos las pilas o invertimos la historia. Ellos fueron invadidos económicamente por el mundo, pero en el siglo XXI son ellos los que han invadido económicamente el planeta. Sólo pido al Estado que ellos tengan las mismas obligaciones y derechos que cualquier negocio español o el resto de ciudadanos. Es difícil entender como crujen a un autónomo por vender artículos incompatibles entre ellos y un asiático puede vender en su misma tienda pan, lejía, bebidas destiladas, cigarrillos sueltos, chuchería, azúcar, arroz, perfumes, pintura, trajes de Papá Noel y hasta preservativos por unidades o en cajas. El embudo es demasiado evidente. ¿O es que hay gente con galones trincando que hace la vista gorda? Si por casualidad alguna vez le cae un billete de 500 euros, que ni siquiera el banco le quiere cambiar, vaya a un negocio chino, que allí se lo cambian. Aunque sólo vaya allí a comprar una botella de agua fuerte. Yo todavía sigo comprando productos andaluces, ¿y tú?

Bartolomé Florido LuqueTorremolinos