El Día Internacional de la Mujer, fue institucionalizado por la ONU en 1975 para conmemorar la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Es cierto que a lo largo de la historia a la mujer se le arrebató esa consideración de igual ante el hombre. Pero hablamos de otras épocas. Hoy, al menos en España y en los países de nuestro entorno, ni siquiera se cuestiona volver a aquel escenario. Ahora bien, no está mal celebrar el día de la mujer como recuerdo y homenaje a aquellas mujeres que lucharon por esa igualdad personal. Un error de nuestra historia que, como otros muchos, no debemos olvidar. La mejor forma que no repetir los errores del pasado es que éstos no caigan en el olvido.

No debemos tampoco caer en la demagogia, que algunos predican, de pedir se celebre el día internacional del hombre, por suerte este género no sufrió esa discriminación social de haber sido considerados ciudadanos de segunda. No cabe por ese motivo marcar fecha alguna en el calendario.

Ahora bien, y partiendo de la base que cada uno puede hacer lo que le venga en gana, ya sea ponerse en huelga, hacer un paro o jugar a los dardos, considero erróneo el mensaje que cierto sector radicalizado del feminismo quiere transmitir precisamente hoy cuando ya se han superado esas diferencias en la esfera personal y social, incluso civil que también llegaron a haberlas, entre hombres y mujeres. Estos sectores o sectoras, como dirían ellos mismos ya casi reniegan las diferencias biológicas que, por el mero hecho de ser sexos distintos, son necesarias para perpetuar nuestra especie.

El mensaje debe ser otro, hay que dejar a un lado el ridículo lingüístico con el que cierto sector de ese feminismo radical pretende llamar la atención distinguiendo entre portavoces y portavozas, se puede portar o trasladar la voz, la voza todavía no existe.

En estos tiempos, superada aquella desigualdad como persona, lo que toca hablar es de brecha salarial, que la hay entre hombres y mujeres. No es de forma directa. Sería ilegal que los convenios contemplaran, ante igual trabajo, distintos salarios por razón de sexo, y eso no ocurre. Pero sí es una realidad que el salario bruto de la mujer es un 15% inferior al del hombre. El motivo principal es que éstas suscriben un mayor número de contratos a tiempo parcial que los hombres. Carecería de importancia si es una opción voluntaria, no así cuando esa parcialidad deja de ser una opción para convertirse en una obligación por la necesidad de conciliar la vida laboral y familiar para el cuidado de hijos o mayores. Esa debe ser la reivindicación, educar a los más jóvenes en igualdad en ese reparto de tareas en el ámbito familiar, exigir que la administración, en nuestra región la competencia es de la Junta de Andalucía, atienda de verdad a las personas dependientes. Si no lo hace obliga a renunciar a la jornada completa de trabajo para suplir esa atención que no se les da. Acabar con las profesiones feminizadas es otro reto y, sobre todo, dejar de subvencionar y adjudicar, como viene haciendo la Junta de Andalucía, contratos públicos con empresas que, como las que prestan asistencia domiciliaria o trabajan en comedores escolares, pagan a sus empleadas 5 euros brutos la hora. Huelgas se pueden hacer tantas como uno quiera, la pregunta es contra quién.