La jornada de hoy se inscribe, como es obvio, en el marco del movimiento que impulsa el cambio más importante de la sociedad moderna. Ese movimiento (y ese cambio) genera su propia ética, dicta pautas y juzga comportamientos, por lo que sería absurdo valorar los acontecimientos que promueve a la luz de sus propias tablas de la Ley. Hay otros modos más neutros de hacerlo, como por ejemplo pensar que el modelo de sociedad creado y dirigido por varones, del que forman parte el modo de solventar conflictos a través de la violencia masiva, la destrucción del medio para convertirlo en basura o un productivismo que incluye la cauterización de terminales de sensibilidad, ha llegado a un punto de criminalidad que justifica el paulatino relevo del mando. No creo que sea este el discurso de la huelga de hoy, ni la razón de su seguro éxito, pero una visión es más rica desde varios puntos de vista.