Como te lo diría yo, Manolo... No es nada personal, entiéndeme. He visto tu trayectoria profesional y, oye, muy bien. Licenciatura, doctorando, dos especializaciones en materias complejas, artículos en revistas científicas, ponencias y comunicaciones en congresos... No, si todo eso muy bien. Quince años en una gran empresa, hasta que montas tu propio despacho; buena cartera de clientes, buena reputación profesional, reconocimiento de tus compañeros... No, si todo eso perfecto. Y, lo sé, lo sé, eres un tío conocido en el barrio, de los de toda la vida, y te has preocupado por los vecinos, como cuando hubo aquel problema con las conducciones de agua, que te lo echaste al hombro y venga visitas a Emasa y escritos al Ayuntamiento hasta que al final se solucionó, y eso que el tema no iba contigo, ni te afectaba. Todo perfecto, Manolo, en serio. Lo del AMPA del colegio, que siempre estás dispuesto a ayudar, en la parroquia, donando sangre o donde se tercie, que todos saben que siempre arrimas el hombro€ Pero Manolo, no puede ser. Eso de que tú no te disfrazas en Carnaval, que no te gusta la Semana Santa, que tú no te pones a nadar en el puerto, que a la Feria dejaste de bajar porque te agobian las aglomeraciones, y que si acaso te bajas un día a tomarte una cervecita€ Eso de que estás dispuesto a dejarte la piel estudiando y trabajando, atendiendo a los vecinos, pero que a las ocho de la tarde tú te vas para tu casa con tus niños y tu mujer, y no vas a ir a la puesta del Cenachero de Plata de la Peña Florituras del Distrito Este, pues no. Manolo: no.

Mira que lo sentimos, Manolo, con el corazón en la mano, pero nos parece que tú no tienes madera de concejal».