Si el fútbol tiene algo es su capacidad para cambiar todo lo que toca o respira a su alrededor. Gentes que por semana son intachables padres de familia, ejemplo de compromiso en sus puestos de trabajo y ciudadanos de orden de comunión diaria, se convierten en auténticos energúmenos cuando hay una pelota por el medio. Da igual el escenario: lo mismo la arman en la grada más noble de un campo de fútbol de primer nivel bajando a todo el santoral al cieno e increpando al compañero de asiento, que se lían a patadas de kárate con un padre, madre o árbitro en un partido de alevines. Incluso máximas grabadas a fuego en el imaginario colectivo -ya sea por el peso de la historia, ya sea por una educación académica machacona- acaban siendo retorcidas por el fútbol deformándolas hasta extremos que rozan el vómito del estilo de algunas escenas, por ejemplo, de Saló o los 120 días de Sodoma de Pasolini. Ahí está lo ocurrido estos días con el cogito ergo sum (pienso luego existo) de Descartes. Tres grandes del espectáculo del balón como Cristiano Ronaldo, Ibrahimovic o Mourinho han trasformado la reflexión del filósofo del siglo XVII en una burla dejándola en ´ego, luego existo´. Lo de la prepotencia del delantero portugués no es nueva. Tras de sí ha dejado grandes citas sobre cómo entiende el fútbol, el deporte de equipo más individualista que existe si se tienen en cuenta algunas de sus frases como «al equipo le doy un 9, a mí un 10», «soy el mejor digan lo que digan» o «si todos estuvieran a mi nivel iríamos primeros». En el fondo nada raro si se tiene en cuenta otra de las citas favoritas de CR7: «Demasiada humildad es un defecto». Esto lo tienen claro Mou e Ibrahimovic. El entrenador portugués ya lo dejó claro cuando su equipo, el Manchester United, cayó eliminado por el Sevilla. El luso, en un sonrojante ejercicio de elevación astral, se despachó con unas declaraciones en las que se desvinculaba del fracaso europeo del club inglés recitando las veces que los ´diablos rojos´ fueron eliminados de la Liga de Campeones a las primeras de cambio sin ´the special one´ como faro espiritual. Cosas así, según fuentes muy bien informadas, son las que han provocado que Mou sea repudiado por buena parte de la plantilla del United. «Es mala persona», resumen desde el vestuario de los ´reds´. Pero el top de las gansadas egocéntricas de este mes lo ocupa Ibrahimovic y lo que hizo para anunciar su fichaje por Los Ángeles Galaxy. El sueco -quién sabe, puede que en una brillante idea- pagó un anuncio a página entera en la prensa de Los Ángeles como modo de presentarse a una de las urbes más grandes del planeta: «Querido Los Ángeles, de nada». Quizás lo hiciera por tener que bajarse el sueldo de 21,8 millones a 1,2 para seguir jugando al fútbol. De momento, la rueda para Mou, CR, Ibra y compañía sigue girando. Aún les queda tiempo para seguir dando ejemplo de humildad y algún día igualar pensamientos de un grande como Mohamed Ali, otro que no conoció a sus abuelas, del tipo «si sueñas con ganarme será mejor que despiertes y pidas perdón». Lo dicho, ego, luego existo.