'La última oportunidad', por Miguel A. Castro

Si algo bueno han tenido las prisas que los antiguos dirigentes de la Generalitat implicados en casos de corrupción, en impulsar una independencia que propiciara su impunidad, ha sido que por la precipitación dicho intento se ha producido cuando el independentismo ni siquiera tenía el apoyo de la mitad de los catalanes. Probablemente, si hubieran esperado diez años más, el proceso hubiera sido imparable, pero de esta manera el Estado cuenta con un valioso balón de oxígeno para intentar poner freno al secesionismo. Tal vez ha llegado la hora de cambiar un sistema electoral que siempre ha dado al voto concentrado un poder capaz de elevar los nacionalismos al límite de lo absurdo. Tal vez la clave esté en nuestro entorno. Menos fronteras implican una Europa pacificada y más solidaria. ¿Cómo es posible que una idea tan sencilla y noble como esa no sea capaz de calar en nuestros jóvenes? ¿Por qué no hay esfuerzos serios para promover esa línea de opinión? Tal vez la enseñanza en castellano debería de defenderse con más determinación, por ser el idioma el más efectivo vínculo para hermanar pueblos. Pero, en cualquier caso, insisto en que esta es nuestra última oportunidad. No se puede seguir como hasta ahora. Ha llegado el momento de que las partes, con sincero sentido de Estado, incluida la Casa Real, se sienten en torno a una mesa de trabajo por la unidad, capaz de perfilar y sostener en el tiempo, estrategias opositoras al secesionismo. Con independencia de qué partido esté gobernando en cada momento.