Es un tema latente dentro de los círculos cofrades. Se habla de lo práctico que sería descongestionar alguno de los días de la Semana Santa habilitando el Sábado Santo para que algunas hermandades pudieran salir en procesión. En la mayor parte de las ocasiones se utilizan argumentos sobre la utilidad de este día como vía de salida a una realidad cofrade. Son varias las ciudades que cuentan con esta jornada habilitada para sacar nazarenos a la calle. Hoy podemos hablar de un movimiento mayoritario en el mundo cofrade. Pero en lo diocesano las mayorías no significan nada -gracias a Dios-.

Yo vengo dándole vueltas a una posibilidad para el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. Es sencilla y sólo requiere un poco de organización. En los últimos años es cierto que existe una especial sintonía entre la Diócesis y la Agrupación de Cofradías, por lo que sería cuestión de que desde San Julián se mantuviera ese diálogo fraterno en torno al Sábado Santo. ¿Por qué no? La Diócesis tiene en las cofradías una perfecta posibilidad de revitalización. El mensaje evangelizador de las hermandades está volviendo a ser protagonista; estaría bien aprovecharlo.

Un Sábado Santo con procesiones podría servir para reflexionar en este día sobre la Soledad de María al pie de la Cruz, sobre la iconografía de Cristo muerto yaciendo en los brazos de María o incluso alguno de los pasos bíblicos del Señor ya muerto bajando de la Cruz. Una jornada con procesiones que ayuden a mantener el boato de un día tan especial y que nos prepare para una celebración de la Vigilia Pascual.

¿Y si además saliera el Resucitado al finalizar dicha vigilia como celebración pascual? Soñemos...