'Oprimir para liberar', por Cristina Castro

Hace unos años, los niños solían aprender en las escuelas cómo los políticos modelan su lenguaje usando eufemismos para cambiar nuestra versión de la realidad, orientándola en su beneficio. Sin embargo, hoy en día el discurso eufemístico parece haber salido de la política para atrincherarse en nuestra vida. Cada día que pasa somos más y más redirigidos hacia ciertas expresiones y palabras que supuestamente han de servir como lucha y medio de integración de aquellos colectivos que a lo largo de la historia han sido más oprimidos. Esta es una noble obra pero tiene unos medios incorrectos. No es demasiado lógico luchar contra la opresión histórica oprimiendo a aquellos que desean hablar utilizando sus propias palabras, da igual lo malo que estas sean. Necesitamos elegir nuestras propias palabras porque los sinónimos perfectos no existen, todas las palabras tienen significados y connotaciones que las diferencian de las demás, y afortunadamente podemos usar tal variedad para elegir la que más se acerque a nuestros sentimientos. Si censuramos palabras, censuramos sentimientos, y si censuramos sentimientos estaremos sembrando la semilla de una revolución que nadie se espera. Si la gente votó a Trump, fue por algo.