Si hubiéramos de definir la principal diferencia del cubismo respecto de todas las manifestaciones pictóricas que lo precedieron, todos echaríamos mano de la perspectiva como concepto. La perspectiva cubista rompió con todo lo conocido al representar la multidimensionalidad de la realidad física mediante figuras geométricas planas que respondían a las múltiples perspectivas de la realidad que se interpretaba. En síntesis, el cubismo trata de deconstruir la realidad observable para reconstruirla atendiendo a su interpretación desde una perspectiva múltiple y a representarla espacialmente en un solo plano. En otras palabras, mientras que todos los movimientos pictóricos, hasta entonces, venían respondiendo a la realidad copiada, el cubismo vino a expresarse mediante la realidad interpretada.

El cubismo pictórico, mucho más allá de sus paralelismos en la literatura y en la escultura, donde más paralelismo ha demostrado a lo largo de la historia es en el talante social de los terrícolas racionales. Desconozco si existe algún tratado científico sobre el asunto, pero la realidad a la que aludo es innegable: nada más cubista en su manifestación que el ser humano en su manera de definir y defender la realidad, que, obviamente, siempre es multidimensional, pero que los sapiens, nos empeñamos en reducir a razonamientos planos, producto de interpretaciones cubistas particulares, generalmente basadas en intereses personales o en un déficit particular de autoestima o en el miedo al fracaso o en la necesidad de reconocimiento social..., que las más de las veces, además, comparten escenario, sea con razones de orden meramente crematístico, porque ¡la pela es la pela, nen...!, sea con el rasgo narcisista que nos empuja a mostrarnos infalibles, sea por apego al poder que todo lo puede, sea por todo a la vez.

La demostración de tolerancia cero que ha venido llevando a efecto doña Cristina Cifuentes, por ejemplo, es cubismo en estado puro, pero cubismo del chungo, en este caso, o sea, la demostración de cómo una realidad multidimensional puede ser interpretada como una realidad plana para terminar evidenciando la falsedad en estado puro. Chungo, ¿verdad? Doña Cristina ha demostrado con excelente pericia que si en lugar del máster del que ayer mismo pretendió autodesmasterizarse hubiera apostado por el Máster de Mendacidad Aplicada a la Política Activa, habría sido la caña de España. Ella, evidentemente, no puede autodesmasterizarse, porque la másterctomía, por ley, le corresponde exclusivamente a la misma institución que le implantó la prótesis curricular, que, dicho sea de paso, debiera apresurarse a eliminarle con urgencia el cuerpo extraño implantado, que tanto dolor y desasosiego le está produciendo a la señora Cifuentes. La verdad, la criatura lleva demasiados días sufriendo por la maldita prótesis.

Demostraciones de cubismo en el universo político de todos los colores y signos no han faltado ningún día de nuestra vida, de hecho, independientemente de su rabiosa actualidad atemporal, se trata de una conducta carcunda que parece formar parte del código genético de la estirpe política, que sería aconsejable que se lo hicieran ver, porque el cubismo político no está dando el juego que prometía dar.

El pasado fin de semana tuve la oportunidad de leer en este mismo diario, la entrevista llevada a cabo a doña María del Mar Martín Rojo, la flamante Concejala de Turismo de Málaga. Cuando días atrás supe de su nombramiento, con franqueza, sentí que era un paso esperanzador. No porque ya tenga el gusto de conocer a nuestra nueva concejala, que todo se andará, sino porque su currículo invita a pensar que un nuevo talante podría abrir el foco de la realidad turística de nuestra Málaga y permitiría actuaciones minuciosamente proactivas sobre el futuro, esta vez, por primerísima vez, usando las gafas de cerca, las de lejos, los prismáticos de teatro, los superprismáticos militares de largo alcance y, por qué no, algún telescopio con capacidad de mirar y ver allende nuestro pequeño universo, que nos impida volver a mirarnos nuestro propio ombligo.

Pero parte de la entrevista me tiró un trozo de mi tinglado ilusorio abajo. Volví a ver nuestro ombligo común fagocitándonos mientras embobados seguimos propalando que Málaga debe aún crecer significativamente en oferta alojativa. Una supina insensatez.

O sea, ¡marchando otra de de cubismo turístico....! ¡Marchando menos realidad turística multidimensional y más realidad turística plana, dimanante de una interpretación basada en procesos meramente estocásticos! ¡Marchando una más de somos los mejores, sin serlo...!

Hay cubismos que matan y el turístico es uno de ellos.