Siempre cuando recorro la antigua calle de los Caballeros, hoy San Agustín, afloran en mi un sinfín de preciadas añoranzas que me hacen habitar un pretérito joven, feliz e indocumentado. Imagino los luminosos pasillos del Convento de San Agustín -Facultad de Filosofía y Letras- y miro hacia el trozo de cielo enmarcado por su patio porticado, donde los estudios y las risas del bullicio estudiantil convergían en ese ambiente claustral convertido a primeros de los 80 en aulas de pensamiento libre.

Me sitúo frente a la añeja puerta de mi antigua facultad y parafraseo a Luis Cernuda: Aquí, aquí cerca; donde habita el olvido. La nostalgia me conmueve al observar el estado de ostracismo padecido por este edificio del siglo XVI (1576) con una dilatada y apasionada existencia -Ayuntamiento, hospital, juzgados- y, sobre todo, precursor e impulsor de la formación de miles de malagueños que desde 1918 hasta 1972 fueron alumnos del colegio agustino, para más tarde acoger a universitarios hasta 1985. Todo un periplo vital de generaciones quienes desde este simbólico espacio se iniciaron para hacer posible la transformación y el progreso de esta ciudad en el siglo XX.

Una vez más la ambigüedad, la irresolución como aciaga respuesta del Gobierno central para emprender la obras de rehabilitación de San Agustín para su evolución como sede de la Biblioteca Provincial del Estado. Vacilaciones en acuerdos y plazos hacen que esta edificación situada en el epicentro cultural de Málaga sufra una despiadada desidia por parte del Ejecutivo. Más de dos décadas esperando una ubicación definitiva para la Biblioteca Provincial; 14 años aguardando una solución noble y óptima por parte del Ministerio de Cultura para restaurar esta pieza sustancial de la historia de Málaga. ¿Hasta cuándo? Lo mejor para la indiferencia es el recuerdo permanente. No lo olviden.