John Paul Vincent «Sonny» Vaccaro es uno de los personajes más influyentes y desconocido a la vez que polémico del baloncesto americano. Para algunos fue el hombre que llevó dinero a las universidades y salvo muchos programas educativos, para otros acabó con el baloncesto más puro y amateur. Lo cierto es que fue un ejecutivo de Nike, Adidas o Reebok y es conocido como el rey de las zapatillas.

En los años 70 los universitarios pagaban sus zapatillas y hasta sus sudaderas. Vaccaro entendió que si pagaba a los entrenadores y regalaba las zapatillas a los jugadores tendría un mercado. Según cuenta todo empezó con Jerry «Tiburón» Tarkanian y la UNLV. «Le di 5.000 dólares y le regalé 120 pares de zapatillas y sudaderas para sus jugadores. Después seguiría con la Universidad de Oregon, la niña mimada del fundador de Nike, Phil Knight, y que entonces llevaba otra marca, y hasta llegaría a reclutar a Michael Jordan para la firma de Oregon. Posteriormente como ejecutivo de Adidas reclutó en la High School a Kobe Bryant o Tracy McGrady para la marca de las tres bandas.

Era el tiempo en que los jugadores comenzaban a pasar directamente desde el colegio a la NBA. La liga preocupada por la falta de formación y el debilitamiento de la competición universitaria ideó una norma para evitarlo. Había que pasar un año por las aulas o ser profesional para llegar a la NBA. Una norma para la que «Sonny» Vaccaro también tenía una solución. Suya fue la idea de mandar a Brandon Jennings a Roma y a Jeremy Tyler a Israel. Se trataba de dar el salto del instituto a Europa, ser profesional un año y volver para ser elegido en el draft, y llegar a la NBA. Latavious Williams estaba entonces en la Starkville High School en Missisipi y aunque destacaba mucho en el aspecto deportivo, en el académico no brillaba tanto. Sus padres Frederick y Cassandra realizaron un esfuerzo y le mandaron un año a la Christian Life Center en Texas donde completó su hoja académica y se convirtió en uno de los 20 mejores jugadores de instituto del país para dar el salto a la Universidad de Memphis. Pero nunca lo hizo. Algunos hablan de que no se aceptaron sus calificaciones, otros de los apuros económicos de su familia pero lo cierto es que Latavious sorprendió a todos y decidió renunciar a la Universidad, a la liga china y a Europa para irse a la liga de desarrollo, la NBDL, a cambio de 19.600 dólares anuales. Se convertía en un pionero y en el protagonista de muchas de las tertulias de baloncesto del país. Pete Thamel escribía en el New York Times a posteriori: «Eligió un trabajo de 19.600 dólares en lugar de un salario de 6 cifras en China porque pensó que obtendría una mejor experiencia y el experimento ha sido un éxito».

Un experimento no exento de dificultades. Su compañero de piso, Marcus Lewis, ex jugador del UCAM de Murcia, le enseñó aspectos básicos de la vida que desconocía como abrir una cuenta bancaria, usar una tarjeta de crédito, cocinar pollo con chile e incluso la jerga del baloncesto profesional. Fue duró pero como decía su entrenador en los 66ers de Tulsa, Nate Tibbets «lo único de lo que no tenía que preocuparme era que él respondiera». Su capacidad de trabajo y sacrificio siempre estaba presente. Su sueño de jugar en la NBA no se ha cumplido pero «Tay» ha hecho una buena carrera en Europa y después de perderse tres cuartas partes de la temporada por lesión, se presenta como uno de los puntales del Valencia Basket en este final de temporada. El domingo en La Fonteta medirá fuerzas con el Unicaja en lo que parece un anticipo del duelo de play off que ambos equipos podrían jugar en la ACB con una plaza de la Euroliga en juego. Suerte... a los verdes.