Como en el mercado del fútbol, se abre ya la temporada de fichajes políticos ante la gran jornada electoral del 26 de mayo de 2019: los 8.124 municipios de España, elecciones autonómicas en 13 de las 17 comunidades y, además, europeas. Todo en un día. Antes, comicios andaluces, quizás catalanes y a saber si elecciones generales adelantadas en España. Con tanta competición, los equipos de los partidos se refuerzan, limpian plantillas y el precio de los jugadores sube o baja. Tanta campaña, encuesta, emoción y hasta confusión no se soporta sin un espectáculo de fichajes sorprendente.

Pasen y disfruten del desfile en solo diez días. El ex primer ministro francés Manuel Valls, catalán de origen, ha sido invitado por Albert Rivera a pelear por la alcaldía de Barcelona. Más: intento de fichaje por el PSOE, o torpe simulación mediática, de Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid. Resurrección de Tania Sánchez desde el gallinero del Congreso de los Diputados a número dos en la candidatura de Podemos a la Comunidad de Madrid apoyando a Iñigo Errejón. Con permiso de Pablo Iglesias, claro, o de lo contrario los dos serían confinados de nuevo. Expulsión inminente, si no dimite, de la cofundadora de Podemos Carolina Bescansa, presunta autora de un borrador de documento para arrebatar a Iglesias el liderazgo. El primer suicidio político en Telegram, la red social donde se filtró la conspiración.

Sigue el baile de fichajes y traspasos, aunque sea al ostracismo. Miembros del Gobierno van con freno de mano puesto para no terminar de candidatos en ciudades, con alto riesgo de pasar de ministros a concejales de oposición en un aciago día. Rumores, que no se cree nadie bien informado, sobre el supuesto desembarco de Soraya Sáenz de Santamaría en la candidatura popular a la alcaldía de Madrid. Enfado monumental de la portavoz socialista en el Congreso, Margarita Robles, por un sondeo para enviarla al Ayuntamiento. Y desde luego, la incógnita sobre la continuidad de Cristina Cifuentes en la Comunidad madrileña. Rajoy dice apoyarla y la conferencia popular en Sevilla la aplaudió durante dos minutos, pero lo mismo le pasó al presidente extremeño Monago y lo dejaron caer en el último momento . «En España se entierra políticamente muy bien», asegura el exvicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba.

Promete mucho el mercado de fichajes. De momento Valls se está pensando la oferta de Rivera y solo eso ya es positivo para Barcelona -se comparte- después de la pérdida de imagen de la ciudad a manos de la alcaldesa Ada Colau. Pasar de diputado francés, que perdió las primarias en el PSF, a candidato en Barcelona es posible para Valls, nacido en esa ciudad. Muy cercano a Macron, el ex primer ministro sería un puntal para Rivera y dinamizaría la política española. Ya se verá en que queda, pero el simple anuncio preocupa en los estancados ambientes políticos catalanes donde todo se radicaliza en los extremos estrangulando el clamor popular de la sociedad civil, hastiada de la telenovela del «procés» que emite (y coproduce) TV-3.

En esa tensión, el periodista Lluís Bassets lanza la idea de la «Tercera Cataluña». Oficialmente había solo una Cataluña: los independentistas trataron de hacer creer al mundo que la voluntad secesionista era casi unánime. Y casi lo lograron en complicidad pragmática con la abulia del Gobierno español. Surgió Tabarnia y el mundo se enteró de que no había una Cataluña, sino dos y de las mismas proporciones humanas: «Son la República inexistente y la Tabarnia inventada (...) frutos postmodernos y digitales de un guerracivilismo que ya se ha instalado en muchas mentalidades». Bassets nos anuncia que tomará cuerpo una nueva Cataluña, la auténtica y real, «capaz de cortar de una vez con la enfermiza deriva actual, divisiva y nihilista, de las dos Cataluñas hacia la irrelevancia». Ojo a la «tercera Cataluña» porque esto está lejos de acabarse y, si la radicalización no lo frustra, hasta puede terminar medio bien. O soportable, al menos.