Hay gente que se muere de una gripe. A 13 de abril, en España habían fallecido 297 personas, el doble de las del año pasado. Es una cifra. Significa que la gripe, aunque no seamos conscientes de ello, mata. Lo curioso es que jamás he escuchado a nadie decir que su padre, su madre o cualquier otro ser querido habían muerto de gripe. La gente muere de esto o de lo otro o de lo de más allá, pero de gripe no. Debe de parecer una muerte demasiado normal, de otro modo no se explica su ocultación. Se lo comento al camarero de la cafetería y me dice que la gripe, cuando estás enfermo, lo que hace es complicar las cosas.

-No mata -añade-, sino que empeora lo que tienes.

-Pero aquí -insisto señalando el periódico- dice que el año pasado se llevó por delante a 297 personas.

El hombre hace un gesto de resignación y vuelve al interior de la cafetería, pues por primera vez en muchos días he podido utilizar la terraza. El frío cede. Todos los árboles de mi barrio están en flor y esta mañana he salido a cuerpo. Los pólenes andan a la caza de narices sensibles, pero yo tomo desde hace años un antihistamínico diario que debe de funcionar ya como mero placebo. Este año se me hizo tarde para vacunarme de la gripe. Cuando fui al médico, me dijo que ya no valía la pena, que la cepa había mutado. Me libré del pinchazo y quizá de quedarme tonto, pues hay una leyenda urbana según la cual la vacuna de la gripe puede afectarte de ese modo. Hay relatos para todos los gustos y en todos los ámbitos.

He pedido un té y una tostada. Pero me traen la tostada sin tostar. Cuando se lo hago ver al camarero, me indica que es para evitar la acrilamida. Añade que es un cancerígeno que le sale a algunos alimentos cuando se someten a temperaturas superiores a 120 grados. Me había parecido escuchar algo de esto en el telediario, pero no le había prestado atención. Le pregunto cuánta gente ha muerto por la acrilamida y se encoge de hombros. No obstante, y dado el arrojo que he mostrado este año al no vacunarme de la gripe, creo que puedo correr un nuevo riesgo, así que se la devuelvo para que me la traiga quemada, que es como me gusta. Soy un aventurero. Quizá un suicida.