Desde que el pasado verano dejó el Barcelona por la puerta de atrás, Neymar lleva meses destacando más por lo que hace fuera del campo -ya se encarga él mismo de publicitarlo en sus redes- que dentro. De baja en el PSG desde que pasó por el quirófano para operarse un dedo del pie, lo que le hizo perderse en partido de vuelta ante el Real Madrid en la Liga de Campeones que dejó fuera de Europa a las primeras de cambio al millonario proyecto catarí, el carioca se ha dedicado a dar señales de que su etapa en París ha tocado a su fin casi antes de empezar. Y todo con el objetivo de que la siguiente parada de Ney júnior, Ney sénior y el resto de la comitiva -que son unos cuantos- sea el Real Madrid. El brasileño se ha empeñado en acumular desplantes al club que le paga -y muy bien (40 kilos limpios al año)- en lo que parece una estrategia para agotar la paciencia del jeque Nasser Al-Khelaïfi para que le permita sacar este verano un billete con destino al Bernabéu. La última del chavalón se conoció esta misma semana, cuando colgó en sus redes sociales un vídeo grabado por el mismo dándose un garbeo en bicicleta (sin casco y presumiendo de tatuajes) junto a dos amigos, de nombre Gil Cebola y Rica Rosa. La bicicleta-peineta (más conocida antes por corte de manga) al PSG se suma a sucesos no muy lejanos en el tiempo, como la negativa de Neymar a realizar en París la recuperación de su lesión. El brasileño se negó a atender la petición del club francés, que lo probó todo, incluso enviar a Al-Khelaïfi a intentar convencer al futbolista más caro de todos los tiempos a su mansión brasileña de Mangaratiba. Semanas después, el chaval celebró a su manera el alirón del PSG por todo lo alto -los parisinos ganaron la Liga goleando por 7-1 al gallito Mónaco- mostrándose jugando al póquer on-line indiferente a lo que estaban haciendo sus ¿compañeros? en el campo. Sin olvidar sus saltos sobre la pierna buena prácticamente recién operado durante la celebración del cumpleaños de su hermana. O los días de permiso que hubo que darle al muchacho para que se fumara varios entrenamientos y un partido oficial para poder celebrar como se merecía otro cumpleaños: el suyo.

Entre medias, y a pesar de los ruegos de la propiedad del PSG, Neymar y su entorno han eludido sistemáticamente desmentir su intención de irse al Real Madrid, y han dejado caer que tienen un acuerdo con la entidad parisina para romper el contrato en caso de no producirse determinados condicionantes como ganar la Liga de Campeones (ya imposible este año) o ser «Balón de Oro» (a ver qué hace el niño en el Mundial). Rauda y veloz la patronal del fútbol francés salió al paso para asegurar que no le consta que exista acuerdo similar en sus archivos y que otras cuestiones, como las cláusulas de rescisión, son ilegales en el país vecino. Eso sí, como mínimo el que quiera llevarse a Neymar tendrá que dejarse en la gatera 300 millones de euros, confiar en que el jeque no busque venganza («tocar» a Isco, Asensio, CR7...) y aguantar al chiquillo, al padre, a los «tois»... y cruzar los dedos para que no se cumpla lo que Unzué le espetó al futbolista en Barcelona: «Como sigas así vas a acabar como Ronaldinho». Traducción: exfutbolista con 28 años. Y Neymar ya tiene 26...