Puigdemont es un fuera de la ley que se queda fuera, y Torra, que estará dentro, figurará estar dentro de la ley. Entre el dentro y el fuera habrá un código: el aura, el carisma, el cuerpo astral del poder, estará fuera, al menos en tanto el incorpóreo siga fuera del alcance de los tribunales de dentro; mientras que dentro estarán presupuesto, personal, gestión grosera de las cosas, con un figurante al frente puesto bajo promesa de no restar un ápice de luz al alma en pena de fuera, que no pena sino que goza. En realidad el único que pena de veras es Jonqueras (et alia), hasta que se canse de este juego en que le toca el papel de tonto del pueblo de Catalunya, y diga hasta aquí hemos llegado con el cuerpo místico, poniendo yo el cuerpo y el socio la mística. Ayudaría que Llarena lo pusiera en libertad, pero ya sabemos que un juez no está ni dentro ni fuera, sino en otra dimensión.