Viajando en tren, hablo en la cafetería con un conocido, de ciencias, sobre la escasa cultura científica en España, que él atribuye a la incapacidad para corregir errores, pues el método prueba-error, dice, es central en la ciencia. Sobre la marcha me pone este ejemplo: viajo mucho en estos AVE, y como la señalización del número de vagón induce a error mucha gente se equivoca; presta atención a la gente que suba en estaciones intermedias. Voy pendiente y, en efecto, media docena de personas se equivocan y tiene que cambiar luego de vagón. Poco antes de llegar a destino el de ciencias se acerca a mi asiento y me pregunta por el resultado del experimento. Se lo doy y le pregunto desde cuándo existe ese problema. Supongo que desde que comenzó el primer AVE, hace un cuarto de siglo, y a nadie se le ha ocurrido corregir el error; falta de espíritu científico, ya sabes, prueba-error, añade.