¿Es posible que un país como España tenga que soportar hasta el fin previsto de una legislatura que nos parece ya interminable la insoportable losa de un partido corrupto?

¿Habremos de aguantar dos años más las continuas mentiras y descalificaciones de unos dirigentes que no se atreven a decir en público que el rey, es decir Mariano Rajoy, está desnudo?

Tras la sentencia por el llamado caso Gürtel de los jueces de la Audiencia Nacional, hasta aquellos que, bien sea por inercia, por interés o por motivos han votado una y otra vez a un partido corrupto, deberían rendirse a la evidencia. Sobre todo porque existe ya recambio en la derecha.

Se ha apresurado a anunciar el Partido Popular que presentará ahora recurso ante el Tribunal Supremo, agarrándose, como a un clavo ardiente, al voto particular de uno de los tres magistrados que firmaron la sentencia.

Y sus dirigentes seguirán insistiendo, como ya han comenzado a hacer algunos, en que el propio partido no ha sido condenado por la vía penal y sólo por la civil a una multa que, digámoslo, parece ridícula ante la gravedad de los hechos demostrados.

Y nuestro presidente, refugiado en un primer momento en uno de sus célebres silencios, volverá a relativizar lo ocurrido, argumentando que todo ocurrió hace ya mucho tiempo, que se trata en cualquier caso de unas pocas manzanas podridas y ahora toca mirar hacia delante.

Y por supuesto declinará cualquier responsabilidad personal pese a ser el máximo responsable de una organización que muchos califican directamente de "criminal", atendiéndose a lo que esa palabra significa.

Cuando se descubre el dopaje del ganador de una competición deportiva, la organización que le concedió el título no dudará en apearle del pedestal.

¿Y qué es sino dopaje presentarse como ha hecho el PP a unas elecciones con campañas pagadas en parte con dinero de empresarios tan corruptos como los políticos que aceptaron tales sobornos?

A lo largo de más de nueve años, ese partido y sus numerosos corifeos se han ocupado de descalificar y perseguir a periodistas, jueces o fiscales que sólo trataban de establecer la verdad.

Y si ha tenido que pasar tanto tiempo para que ésta saliese a la luz es porque el Gobierno del PP se esforzó todo lo que pudo en poner palos en la rueda de la justicia.

Con independencia de que cada delincuente tenga que pagar su culpa, y son 29 los finalmente condenados a un total de 351 años de cárcel, el responsable último de todo lo ocurrido, no debería continuar más tiempo en el cargo.

Hace ya mucho tiempo que habría tenido que dimitir en cualquier otro país de Europa occidental, pero, como bien dijo el ministro de Franco y fundador del PP, Manuel Fraga, "España es diferente".