En esta semana selectiva, casi 7.400 estudiantes de Málaga y provincia realizan las pruebas de acceso e ingreso a la universidad. Los exámenes comenzaron con Lengua y Literatura y la mayoría de los alumnos escogieron el comentario de texto y cuestiones relacionadas con la obra de Antonio Buero Vallejo Historia de una escalera -hito del teatro de posguerra-, drama en el cual se integran una serie de planos superpuestos: lo simbólico y lo realista, lo existencial y lo social, plasmando un arduo análisis de la frustración de una sociedad española con todas sus injusticias y mentiras.

Coincidentes en estos días, otra narración de peldaños, los que subía y bajaba el anónimo artista urbano Invader para realizar con total impunidad y presunta connivencia los veintinueve mosaicos de marcianitos y flamencas en distintas calles de Málaga y en edificios del Centro Histórico catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC), entre los que se encuentran como bien saben el Palacio Episcopal y el de Salinas.

Esta crónica del más puro subgénero literario de ficción de misterio y suspense ha llevado a declarar en calidad de investigado al empresario y director del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), Fernando Francés, como acusado de un delito contra el patrimonio artístico en colaboración con el incógnito ceramista galo. Si como dicen la realidad supera a la fantasía, este caso, desde sus inicios, contempla un insondable enigma en el cual sus protagonistas han contado con la conformidad etérea de un Consistorio que al día de hoy se plantea realizar un itinerario artístico de estos mosaicos intrusos en una zona de la ciudad aún sin determinar. Surrealismo pleno. Le dice Patronio al Conde Lucanor: «La mentira doble es cuando una persona hace solemnes promesas, otorga garantías... y mientras va pensando la manera de cometer su engaño».