En legislaturas normales se tarda un año en efectuar la primera crisis ministerial. O cuatro años, si el presidente es M. Rajoy. Sin embargo, la fugacidad será la principal característica del Gobierno de Pedro Sánchez en el mejor de los casos. Dada la vigente aceleración de los tiempos, Màxim Huerta no ha permanecido una semana exigua al frente de Cultura, sino unos seis meses en el calendario tradicional. Respecto a las causas del despeñamiento, haber sobrevivido a la acusación de número dos de Ana Rosa debería salvaguardar contra toda contingencia. Con el añadido de que el presentador de televisión basura cae por un asunto tributario sin repercusión penal, y absolutamente cerrado por lo contencioso. No debe un euro al Estado, no habrá ninguna persecución adicional tras la sensacional revelación que le ha costado el cargo. Su crimen consistió en no exponer en su currículo las vicisitudes de la sociedad que montó para eludir impuestos.

Huerta recurrió a todos los resortes para minimizar sus obligaciones con Hacienda. Como los bancos con centenares de sociedades en paraísos fiscales, o Amazon, o Google. El presentador secundario tuvo menos suerte con el fisco que la infanta Cristina, aunque sobran razones para sospechar que la hermana del Rey jugaba con los dados trucados. En cuanto a quienes aseguran romanticones que la izquierda no puede permitirse los comportamientos de la derecha, el ministro por un día figura en mi clasificación por debajo del dicharachero Monedero, que acometió una regularización de urgencia. Y el caso judicial clausurado se queda a años luz del chalé vigente de los Iglesias, que disuelve Podemos.

Cabe imaginar la zozobra de los políticos del PP vigentes, con sociedades destinadas a escamotear y abaratar sus posesiones. Por fortuna para ellos, son cosas de la izquierda. El partido que ovaciona los sobresueldos de M. Rajoy y que defendía a Bárcenas juega en otra Liga. En el bautismo de sangre de Sánchez, el pecado más grave de Huerta sigue siendo su adscripción a Ana Rosa. Y nadie le ha castigado por ello.