La noche del lunes no es terreno abonado para la guasa pero el Carnaval es poner el mundo al revés y en Málaga sabemos hacerlo tan bien como el que más. El plenilunio nos permitió ir sin necesidad de farolas hasta la, ansiada por los copleros, plaza de Gerónimo Cuervo. Allí, en la casa de los cantes, estaba todo preparado para calentar unas gargantas prestas a soltar las riendas de la verdad cantada y sedientas de libertad.

En los camerinos se afinaban los seguros que, como un hechizo, esperamos alejen cualquier maleficio sobre el Carnaval de calle que empieza el próximo sábado con el pregón -¡ya era hora!- de Pepe León y Manu Robles. Pregón que, por esperado, está levantando unas expectativas a la altura de la gracia y el ingenio que ambos autores han derrochado por teatros y calles desde los albores de la fiesta, allá por los años 80.

Los siempre criticados miembros de la Fundación Ciudadana del Carnaval se afanaban en los camarotes de esta nave llamada Cervantes en ultimar detalles del desfile, la cabalgata y el entierro del boquerón mientras las mareas de la segunda semifinal empezaban a golpear las cuadernas de este navío dispuesto a la nocturna travesía.

La comparsa de Marbella dirigida por el veterano Javier Raya, El Reyno de la Noche, llenó el escenario de la experiencia disfrazada de realeza. Nuestra fiesta y sus jurados no siempre han tratado bien a los grupos marbellíes, que llegan a cantar con una marca de desconfianza en la partitura. Abrir la semifinal del lunes desde la provincia implica un sobreesfuerzo térmico para calentar la sala y a fuerza de afinación y ensayo estos príncipes pusieron el termostato en el punto adecuado.

¿Tiene la muerte un convenio colectivo propio? ¿A qué dedica el tiempo libre? ¿Sigue al Málaga en la Champions? Ésas y otras preguntas fueron contestadas en la siempre esperada murga de Alberto Zumaquero y Manu Robles, plena de musicalidad y siempre en la frontera de la comparsa. Tener un estilo y mantenerlo a pesar del éxito es una tarea que estos disfrutones del escenario que se lo pasaron de muerte. Ser finalista perpetuo no se gana sin ser un trabajador incansable de la chispa y un referente para los más jóvenes. Su lista de premiados a la visita de la «ociosa innombrable» durante el pasado año hecha cuarteta de popurrí nos llevo a filo del colapso pero de risa.

Las mujeres siempre han tenido un sitio de privilegio en nuestro concurso de coplas -han llegado a ser primeros premios-. Herederas de voces femeninas cuyos ecos se siguen oyendo en el teatro, las maléficas reinas de Alhaurín El Grande pidieron prestada su imagen al espejito mágico de la madrastra y hasta Charlize Theron se vio reflejada en su repertorio. Si la leyenda del leñador como actualización del cuento de Blancanieves tuviera que ser contada en clave de carnaval, el guión ya lo tendría escrito Eva María Sevilla. Musicalidad distinta con tonos más suaves y melosos y con la fuerza telúrica y ancestral de la mujer.

Estar parado es de por sí una tragedia personal pero si, además, tu alopecia es patente y tienes problemas en el habla lo tuyo debe ser revisado por un especialista. La murga Los lunes al sol, de Cri-Cri-Cristobal Ga-Ga-Gallego, se consagró como parte del futuro que atisba nuestro Carnaval. Con un ritmo de taquicardia, cadencia sincopada, tartajearon su espídico repertorio con una difícil actuación que seguro les llevó muchas horas de ensayo: una cosa es tartamudear y otra no equivocarse al hacerlo. Mucha juventud y futuro sin acudir a lo fácil y lo escatológico.

Una de la modalidades más difíciles de la fiesta es el cuarteto, en extinción en Málaga desde hace mucho tiempo. Y la cosa no parece mejorar: Daniel García y su La cosa no está para salir no consiguió hacer reír mas allá del público más cariñoso. Poco ensayo y escaso rigor. Esperábamos más.

El Caribe sin color, sin ritmo y mudo porque una comparsa del Arroyo de la Miel se lo ha sustraído en sus trajes y su repertorio. Espectáculo puro de movimiento y colorido desbordante con La Caribeña, de Ginés González Tadeo y sus gombays. El típico disfraz de carnaval de Bermudas y Bahamas pasado por el tamiz de un carnavalero con 25 años de fiesta acrisolada; 28 minutos de fantasía cromática y coreografía de lana y pompón. Un grupo de cantantes con una sólida base rítmica coronados por un vistoso y a la par incómodo capirote rematado por las plumas de un pavo real de altos vuelos. Ser profesionales de la música les da a algunos de estos comparsistas un campo extenso de nuevas posibilidades de expresión, que refuerzan su reivindicativo mensaje de rebelión contra la crisis.

De Ronda este año echaremos de menos a Raúl Mateos y su comparsa que, por aquello de las reglas, han escogido Cádiz para concursar -legítimo-. En su lugar llegaron unos hipocondríacos niños probetas que acumularon un larguísimo repertorio -en cantidad de palabras por minuto-, que dejó al personal completamente apabullado. El público casi se atraganta con una vertiginosa sucesión de golpes de efectos sonoros y visuales de estos Hombres de su caja de Pedro Pablo Suárez. Hace unos años sorprendió con sus Perlitas del sur cuando se metieron en la final y este año los esperamos allí.