Una bulla. Gente alrededor. Una procesión en la calle y un trono pasando. El paraíso del gurú. Llama la atención cómo en un mundo tan complejo y vasto en cuanto a historia y detalles salgan con tanta facilidad personajes con ese perfil de líder de opinión y conocimiento supremo con respecto a la Semana Santa.

Son privilegiados. Personas que al nacer fueron tocadas por la varita de la sabiduría cofrade y que siempre están ahí no solamente para explicarte lo que no sabes, sino para aleccionarte y corregirte sobre aquello que consideran incorrecto.

Curiosamente, además, el perfil del gurú en cuanto a su línea de pensamiento siempre es la misma. Son talibanes de sus propias ideas llegando a creerse que la Semana Santa es, debe ser y será tal y como ellos consideran. Por desgracia, esta sapiencia divina no se les aparece a la hora de ayudar, comprometerse o trabajar en otras líneas dentro de la Semana Santa. No. Esa parte no interesa.

Su modus operandi es el mismo. Un simple balanceo de cuello a izquierda o derecha basta para arrimarse a la oreja de la persona a la que quieren mostrar su sabiduría. ¿Ves la vela, no? –mmm ….sí. –Qué barbaridad… lo doblá que está esa vela… Qué falta de respeto… qué falta de categoría... ¿A dónde vamos a llegar en Málaga?

El gurú vive para indignarse con cosas que no vienen a cuento. Él se las va inventando e improvisa una situación crítica constantemente. Es independiente pero le gusta ser visto. Necesita audiencia para poder sentirse cómodo y que lo vean como un pensador. Un analista. Un estadista del devenir cofrade malacitano.

La cara del gurú en Semana Santa es un poema. Se sitúa un poco más alejado de la masa, pone cara de haberse comido 43 almendras amargas y camina mientras aprieta los labios y levanta las cejas una y otra vez. Es su forma de decirle a los demás: miradme, estoy indignado. Acercaros y os contaré por qué.

Lo curioso es que son capaces de administrar sus conocimientos según el momento para, siempre, ir en contra de la opinión general.

Delante de las Penas el gurú se posiciona claramente: «Vamos... esto por mucho que digan… esto no es Málaga…» Pasa un rato… cambia de ubicación… y lo encuentran en la recogida de la Estrella. Misma opinión: «Vamos... esto por mucho que digan… esto no es Málaga…» Y así una y otra vez.

Debemos dar gracias a diario por tener la suerte de convivir con ellos. Y es que gracias a sus correcciones y opiniones de buena fe nos ayudan a ser mejores cofrades, mejores redactores, mejores hombres de trono, mejores nazarenos y sobre todo mucho más humildes. Como ellos.

Yo lo tengo claro. Dejaría en sus manos todo lo referente a la Semana Santa y así iría perfecto. ¡Si es que no nos enteramos de nada, hombre ya!