La noche del sábado, la cofradía de Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima del Auxilio se iba a la cama con la mirada puesta en el cielo. La alegría no pudo ser mayor cuando el Domingo de Ramos amaneció con un sol resplandeciente para acompañar a la conocida como Pollinica en su recorrido por el Arroyo de la Miel. Pasado el medio día, y con un poco de retraso, comenzó la procesión desde la iglesia de la Inmaculada Concepción, con un repique de campanas. Abría el cortejo una fila de niños pequeños con palmas rizadas, seguidos de las autoridades del municipio y las imágenes, acompañados de la Banda de Música del Cristo de la Redención y la Banda de Música Municipal de Benalmádena, tras la Virgen.

Unos cincuenta hombres portaban el trono del Cristo, que iba engalanado con claveles y gladiolos rojos. Desde la salida en la ermita, sus portadores demostraron el gran fervor con el que año tras año llevan sobre sus hombros a Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, al igual que la multitud agolpada en la puerta, que no paró de aplaudir hasta que salió María Santísima del Auxilio, con un manto azulón que se extendía por toda la cola del trono.

Con el nuevo trono, estrenado hace dos años y mucho más grande que el que se venía sacando, mecieron a la Virgen de lado a lado y con paso corto unas cuarenta mujeres.

El hermano mayor de esta cofradía, Francisco Ferrer, no pudo contener las lágrimas al ver un año más cómo el esfuerzo cosechaba sus resultados con cada paso que daban los portadores y con cada aplauso que recibía.