Parecía que no. Pero nos equivocamos. La lluvia hizo acto de presencia a partir de las dos de la tarde con un chaparrón que alteró los planes de la primera mitad de la jornada. Suspensiones, plásticos y paso ligero se impusieron ante las inclemencias.

PollinicaIlusión e inquietud

Miradas de respeto al cielo. Y mucha ilusión. Ilusión compartida por los cientos de personas que a las puertas de la casa hermandad se congregaban para recibir a Jesús a su Entrada en Jerusalén y a la Virgen del Amparo. «Medio paso a la izquierda», repetía el mayordomo mientras el titular de la Pollinica salía desafiando las primeras gotas de agua. Las ovaciones se sucedían cuando el trono emprendía el nuevo recorrido. Hacia la derecha, para pasar delante de Piedad y llegar a Ollerías. Tras él, la agrupación de la Sentencia de Jerez, que en su estreno como acompañamiento recibió más de un piropo del público.

José Trujillo interpretó una saeta en el salón de tronos; Jesús Saborido, antiguo hermano mayor, fue el encargado de dar los primeros toques de campana;, mientras un niño recuerda el incidente del pasado año cuando las macollas del palio de la Virgen se enredaron con un cable. Son escenas que se mezclan en una salida caóticamente ordenada. María Santísima se asomó a la calle Parras sin percances, recuperando las velas rizadas y orquídeas amarillo oscuro, que contrastaban con el verde del manto. Las puertas se cerraron y sobre las Virgen cayeron pétalos y aplausos. El público disfrutó y así lo demostró.

El cortejo avanza a buen ritmo y suena La Clámide de Púrpura. El el trono del Cristo se mueve al compás, luciendo sus 4 cartelas terminadas.

La Tribuna de los Pobres esperaba impaciente y los portadores compensaron meciendo el trono y cantando Pescador de Hombres para seguir con Esperanza. Minutos más tarde, se repite la escena con la Virgen del Amparo. Esta vez suena Encarnación Coronada. Todo marchaba bien hasta que la lluvia les sorprendió en la Tribuna Principal. Necesitaron plásticos, pero no sufrieron daños.

Lágrimas y FavoresRectitud en el caos

Podría hablar de cuando empezó a llover y la sección de Lágrimas y Favores le cogió en el recorrido oficial. Pero no lo voy a hacer. Baste resumirlo en destacar el comportamiento ejemplar de nazarenos y hombres de trono ante el caos que ocasiona toda lluvia.

Prefiero quedarme con otras escenas, que dicen mucho de esta sección. De cómo año tras año pule la procesión para mejorar, logrando este año reducir la presencia de los «cangrejos» que tanto molestan al desarrollo normal. O cuando en la frontera de Cisneros y Especerías suena Pasa la Macarena, interpretada por la Banda de Música del Arrabal, mientras el trono avanza solo, sin una orden, ni toque de campana, ni gesto. En ese momento, al capataz Manuel Galindo se le escapa un: «¡Qué arte, Dios, qué arte!».

Pero hay que centrarse. La procesión es larga y hay muchos momentos. Vayamos a uno en especial. Una cita clave para entender la filosofía de este trono. La curva de entrada en Especerías. El trono se levanta y no se mueve. Espaldas rectas y pies firmes. La Banda del Arrabal inicia Reina de San Román (Arroró). Tras los primeros compases el trono empieza a moverse. Con sutileza, controlando la mecida. Junto a la música sólo se escucha la voz del capataz, de Manuel Galindo: «Medio pasito a la derecha». Comienza la maniobra de entrada en la calle Nueva. «Seguimos así». El trono avanza con suavidad al ritmo de la marcha, acunando a la Virgen de Lágrimas. «Tres mecidas y un paso a la derecha, como hemos ensayado». Sigue la maniobra suave, con un movimiento natural, sin tocar la campana ni las cabezas de varal para dirigir la maniobra. El trono se endereza en la calle Nueva. Aplausos. 5 minutos y 30 segundos, lo que dura la marcha.

Humildad y PacienciaTuvieron que darse la vuelta

La hermandad de Humildad y Paciencia procesionó ayer, por segunda vez, como cofradía agrupada, pero la lluvia deslució su desfile y dio al traste con las ilusiones de esta hermandad que tan bien viene trabajando en los últimos años.

Pese a la inestabilidad meteorológica, salieron a las 13.15 en punto. El hermano mayor llamó a la puerta, como es de rigor, y se inició la estación de penitencia. Pero pasadas las dos y media de la tarde dejó de chispear y comenzó a llover con más fuerza, justo cuando la hermandad transitaba cerca de la estación de autobuses. Dos hombres de trono cubrieron al Señor de Humildad y Paciencia, y la cofradía, que debía encerrarse a las 23.30 horas y tiene un recorrido de los más largos de la Semana Santa sin posibilidad de resguardarse, tomó la sabia decisión de volver a su casa hermandad, en el entorno de La Unión, donde las imágenes quedaron expuestas en sus tronos de procesión hasta la hora del encierro.

La salida, sin embargo, sí reunió a mucho público. Sin banda de cabeza tras la cruz guía, el Señor de la Humidad y Paciencia fue mecido con la marcha Pilatos a Jesús, de la Banda de Cornetas y Tambores del Carmen. Hubo gritos de «guapo» y, seguidamente, los músicos interpretaron Sentimiento Gitano para dar una bella curva hacia calle Reboul. La Virgen de los Dolores y Esperanza, magníficamente exornada, embocó la salida con Virgen del Valle y luego, ya en la calle, la banda de la Estrella de Córdoba interpretó la marcha dedicada a la dolorosa.