La feria en el Cortijo de Torres vivió ayer su primera jornada de celebración diurna con una destacada presencia de caballistas, posiblemente la más elevada de los últimos años. A pesar de la altas temperaturas registradas, las calles del Real presentaron un gran ambiente equino y familiar. Cada año que pasa, la feria de día en el Real gana adeptos, puesto que se ha convertido en el espacio más adecuado para disfrutar de la fiesta más tradicional en un ambiente no tan masificado como otros.

A partir del mediodía, numerosos caballistas y enganches comenzaron su tradicional paseo por el Real, dando así lugar a esa distintiva estampa de la feria unida al mundo del caballo. Jinetes y amazonas, ataviados con sus mejores galas, disfrutaron tanto del recorrido como de cada una de las paradas en los abrevaderos instalados en Cortijo de Torres, donde la pausa suele venir acompañada de una copita de vino o un refresco y su correspondiente aperitivo.

Los caballistas ponen especial interés en resaltar la belleza de los animales cuidando cada detalle de su pelo, así como con la colocación de múltiples accesorios, como las campanillas o los cascabeles, los mosqueros, las embocaduras, los bocados y las propias sillas de montar.

Por su parte, las peñas del recinto ferial ofertan a los visitantes degustaciones gratuitas y mantienen una política de precios reducidos para animar a las familias a pasar por el Real durante el día. La fórmula está dando muy buenos resultados y cada año aumenta el número de personas que opta por el Cortijo de Torres para disfrutar de su gran ambiente.