Como sabe la comida de casa no hay otra. Eso lo piensan muchos feriantes, que vienen en grupo al Centro, se sientan en un escalón con bolsa y neveras a su alrededor y disfrutan de una comida al aire libre. Las tarteras y fiambreras vuelven como antaño a las calles del Casco Histórico, muy a pesar del restaurador que observa cómo en las zonas aledañas decenas de feriantes deciden traer el jamón, las gambas, e incluso las berzas, directamente de casa.

Fátima Muñoz es una malagueña que desde siempre tiene recuerdos de venir a la Feria del Centro con fiambreras. «Esa costumbre se había perdido en los últimos años, pero recuerdo mis mejores momentos de Feria con el tupper lleno de comida y cómo te encuentras con todo el mundo, siempre se quedaba alguien a tapear», rememora Muñoz.

Familias. Una costumbre que resurge por la inseguridad económica de las familias malagueñas. Y como son las fiestas mayores de la ciudad, y nadie está dispuesto a renunciar a ellas, ¿qué mejor que una tartera? O como bien dice el pregonero de la Feria de Málaga este año, Dani Rovira: una fiambrera que con los malditos anglicismos se convirtió en una «fiambré» para dar paso al «tapegüé».

Una forma cuanto menos curiosa de nombrar a este artilugio. Aunque conociendo el origen de tan recurrente objeto doméstico encontramos que está en el norteamericano Earl Silas Tupper. Este químico nacido en New Hampshire en 1907 ideó el tazón maravilla en 1945 como producto estrella de la compañía que fundó siete años antes: Tupperware Plastics. Este tazón no era otra cosa que un recipiente de polietileno con cierre hermético. Primera fiambrera de la historia, y de donde nace su nombre auténtico: Tupperware. Pero en España, como nos gusta recortar, se le llama tupper, o taper. Para gusto colores y sabores.

El contenido de estos recipientes llena primero tan peculiares utensilios para después saciar los estómagos de los propietarios. Roberto Hernández asegura que él está obligado a comer callos en Feria: «En mi casa es tradición comer este plato, y en el Centro no he encontrado ningún sitio en el que me lo pongan tan buenos como los que se preparan en mi casa. Así que nos venimos preparados, con fiambreras y los callos, los mejores, los que están hechos en casa», dice Hernández.

Rubén Rojas y sus amigos vienen no sólo con tarteras, sino con mesa y cubo de basura ataviados para la ocasión. Volantes y sombrero cordobés son los imprescindibles de una comida tradicional de Feria que organizan sus amigos desde hace al menos siete años: «Venimos con el plan del tupper y también con la idea de ir a los bares, y nos encanta. Es mucho más divertido. Además, en Feria sale nuestro lado más cachondo y mucha gente te para, habla contigo y es otra forma distinta de conocer gente. Es muy recomendable», aconseja Rojas.

Sin ir más lejos, María González conoció a la prima del que es ahora su marido de esta forma: «Quedamos unos cuantos amigos en bajar al Centro con las fiambreras y se cruzaron con nosotros dos chicas muy divertidas así que como donde comen diez comen doce, las invitamos y gracias a eso, nos hicimos amigas. Después me presentó a su primo, que ahora es mi marido», recuerda González.

Relacionarse de una manera diferente y, claro, a buen precio. Un planteamiento «genial» para Alba y Luna. Estas dos malagueñas nunca han ido a la Feria del Centro con la comida a cuestas, pero les parece «una gran idea». «La verdad es que no está nada mal. Pensábamos no bajar más a la Feria del Centro porque se gasta mucho, pero con tupper seguro vendremos para despedirnos de la fiestas» del Casco Histórico, nos cuenta Alba.

Los comerciantes no están haciendo el agosto que hubieran soñado porque la crisis se está dejando notar más de lo que quisieran en las ventas. No obstante, para Mané Caballero, dueño del local El Almacén del Indiano, este año, gracias a la rotación de los clientes y a la práctica de venir al Centro con fiambreras, su negocio está consiguiendo más beneficios que en la pasada temporada, la del año 2011: «Son muchos los clientes que traen los víveres de casa y piden una bandeja de jamón o queso para completar su menú», asegura Caballero.