Un gran principio que no tuvo el final que todos esperaban y deseaban. Las salidas procesionales de las cofradías más tardías se realizó con la esperanza de que todo fuera bien. Una lluvia suave e insistente alteró el final.

MISERICORDIADos caras por la lluvia

Una salida espectacular, llena de público, con ese tirón que tiene el Señor de la Misericordia, imponente en su recorrido mientras se escuchan aplausos y los gritos de «Guapo, guapo». La Virgen del Gran Poder, cada vez más guapa, con esa personal estética en plata, se enseñoreó con garbo por la Alameda. Se escucharon marchas bien interpretadas, se vieron los habituales cruces en la Alameda, pero sobre todo, se vivió El Perchel en la calle. Tuvieron su gran momento, esperado durante todo un año.

Sin embargo, la lluvia alteró este devenir cuando ya terminaba el recorrido oficial. Al entrar en Molina Lario empezaron a acelerar el paso. El chispero era insistente y continuado. Se temía que fuera a más y se empezaron a proteger los enseres. Paso rápido, pero sin descomponer la procesión.

La Banda de Música de la Cruz del Humilladero animó el paso del trono de la Misericordia con Coronación de la Macarena, cortada a medias para dar un descanso rápido a los portadores y retomada con brío de nuevo. Detrás, la Virgen del Gran Poder avanzaba a buen ritmo. Entró en Molina Lario con Aniversario Macareno, interpretado por la Banda de Música de Rincón de la Victoria. Se paró justo en la esquina de la Catedral, donde se puso el plástico para proteger el manto por la insistencia de la lluvia. El Señor de la Misericordia también fue protegido y así estuvo hasta que, tras parar la lluvia, se vio que se podía regalar de nuevo a Málaga el bello rostro del Nazareno.

ZAMARRILLALa Amargura acortó su itineriario

A Zamarrilla le sorprendió el agua saliendo en mitad del recorrido oficial. La cofradía fue durante toda la tarde un hervidero de hermanos preocupados por el tiempo, y por el hecho de que a medianoche el agua podía dar más de un quebradero de cabeza. Y así sucedió: cuando la hermandad estaba en mitad del recorrido oficial, un aguacero, el mismo que encontró a Viñeros en calle Granada, dio la tarde a la Virgen de la Amargura. Un hombre de trono experimentado ya avanzó que, de llover, el recorrido se podía acortar en dos horas, colocando el encierro a la una y media. Y eso hizo Zamarrilla: obvió Carretería y acortó por Strachan, Molina Lario y Martínez para dirigirse hasta su casa hermandad de la calle Martínez Maldonado. Al cierre de esta edición, no habían cubierto con plásticos los enseres.

Sin embargo, Málaga sí pudo ver salir a la popular hermandad. La calle Martínez Maldonado y los alredores estaban completamente atestados de gente deseosa de ver a la Señora de la Amargura y al Cristo de los Milagros en la calle. A las siete y media, se inició el cortejo. Los estrenos: la restauración de un mater dolorosa y el arco de la campana del Cristo de los Milagros. Y la ermita. El Cristo se hizo a la calle con el Himno Nacional, y, para dar la curva de entrada a Martínez Maldonado, Creo en ti, seguida de Mi plegaria y Amor de Madre. Amargura dio esa curva de salida con su marcha de Coronación.