El Jueves Santo se cubrió de nubes que no alteraron la compostura ni el sentimiento. Al contrario. Se agradeció después de unos días de sol tan radiante como sofocante y apenas espacios para la sombra. Santa Cruz y Cena inauguraron la que para muchos es el día más brillante de la Semana Santa. Alfa y omega en las formas de entender la representación de la Pasión y Muerte de Cristo en Málaga, a pocos metros. A escasas horas.

Santa CruzMenos más

Son el contrapunto del Jueves Santo. De una jornada de contrastes en la que reina la impaciencia y predominan los aplausos. Para ellos no. Ni falta que les hace. Los de la Santa Cruz se agruparon conscientes de que pondrían la nota sobria al Jueves Santo a sabiendas de que gran parte del público esperaba otra cosa. Conscientes de la responsabilidad que suponía inaugurar la jornada, los de San Felipe Neri no se vinieron abajo y se arriesgaron, dejando así atrás las noches del Viernes de Dolores, en las que era obligado ver a la talla de Dubé.

Y les ha salido bien, a tenor del gran público que les acompañaba ayer desde bien temprano, a pesar de ser una jornada de las de acabar comiendo chocolate y churros a altas horas de la madrugada.

Los de San Felipe Neri nos recordaron ayer que menos es más. Avanzaba la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia por el entorno de Pozos Dulces precedida por sus nazarenos en un barrio hecho a medida para su trono. Madera, sobriedad. Y un monte de rosas lilas, apagadas, delicadas, que servían de Calvario. Sobre él la dolorosa, que estrenaba disposición de manos. Sólo una portaba la corona de espinas. La otra, a medio caer, denotaba amargura. El sudario también estrenaba caída.

Ya en Fajardo sonó Amargura de una Madre, pieza musical interpretada por la banda de las Flores en la cruceta más sobria del Jueves Santo malagueño. Después, en un giro que pareció infinito, tocó La tierra prometida, una composición más desconocida y que ayudaba al movimiento del trono, que no por ser pequeño es menos pesado. El orden y el decoro predominaban en la fila de nazarenos negros, con túnicas de tergal recogidas en cola sujeta por esparto. Cirios negros para recordar el luto y manos desnudas en señal de pobreza. En el frente de procesión, un tambor ronco hacía las veces de anunciador de lo que estaba por venir. La cruz guía, desnuda, iba acompañada por cuatro faroles de plata, estreno de la hermandad para este 2015.

CenaEl espectáculo de la fe

Cuando la Cena se echa a andar por Málaga se produce una verdadera catarsis. Una purificación de cuerpo y mente cofrade a la espera de un auténtico espectáculo de la fe. «Vamos a mostrar a Málaga la página más bonita del Evangelio», arengaba el hermano mayor de la cofradía, Rafael López Taza, a los hombres de trono, impacientes por sentir sobre su hombro el preciado peso del varal. Porque cuando se ponen bajo el trono se transforman y sufren esa catarsis del Jueves Santo. Y ya da igual enlazar marcha tras marcha, tirón tras tirón sin que la campana ordene el descanso. La mecida coreografiada pero justa para presentar el sacrificio eucarístico. El Señor Eucaristía.

Mientras, las filas de nazarenos se preparaban en el interior de la sede de Turismo Andaluz, espacio que permite una salida ordenada. Y en el salón de tronos se abrían las puertas para permitir la contemplación de la exquisita hipérbole que es el trono del Señor de la Cena, adornado con medidas piñas de claveles rojos. Y la Paz, tan necesaria en este mundo cofrade, ya reinaba en su altar iluminado con un tren de velas dispuesto como ningún otro, y que será sustituido por una candelería donada por sus devotos, y bajo un palio que puede que esté dando sus últimos cimbreos.

El trono del Cristo comenzó su estación penitencial con las marchas Junto a ti María, Cantemos al Amor de los amores y El sacramento de nuestra fe. Una detrás de otra para afrontar la salida y las dos primeras maniobras. Bien mandadas, para ingresar en el Pasillo de Santa Isabel.

Después de más de 20 años como mayordomo de su trono, José Luis Vizcaíno daba ayer sus últimos toques de campana a la Paz. Y la emoción era evidente. Con su traje siguió a la Virgen y en los próximos años la acompañará revistiendo el hábito con una vela, como hacen los buenos cofrades que se «jubilan» del trono. La volvió a poner en la calle, para que el sol la besara, para que Málaga se extasiara contemplando su belleza. Flores blancas en las ánforas y en centros en las bases de las barras de palio.

La Paz, para la Paz por la banda de música de la Paz. Con esta marcha se recreó en las primeras mecidas. Luego Reina de la Paz para salir al Pasillo. Este año, además se conmemoran 20 de otra marcha: Pax Malacitana, compuesta por Moreno y regalo de la comisión de juventud de entonces, cuando esos cofrades eran jóvenes, pero hoy tienen las riendas de la hermandad.

La marquesa viuda de la Foronda, Margarita Acero, viajó desde Barcelona para repetir la experiencia del año pasado. Casapalma y Cárcer volvió a ser lugar de referencia, con el Cristo ascendido con hasta siete marchas enlazadas y sin bajar.