Hay tantos Jueves Santos como malagueños. Cada uno prefiere ver la procesión desde una esquina en concreto, desde un determinado balcón o en un enclave querido desde la infancia. Por eso, ayer convivieron en la calle cofradías que han hecho de la espectacularidad de sus desfiles procesionales una forma de oración y hermandades como la Santa Cruz que abogan por el recogimiento. Jesús de Viñeros y su Madre dieron, por otro lado, otra lección de buen saber hacer cofrade a la hora de hacer inolvidable una estación de penitencia.

Santa CruzContención

La hermandad de la Santa Cruz es el contrapunto, junto al Cristo de la Vera+Cruz, del Jueves Santo malagueño, en el que todo es exuberancia y, dentro de la penitencia propia de una procesión, espectacularidad por los tronos y la participación de militares en los desfiles. A las tres de la tarde, cientos de personas se arracimaban en torno a la puerta de la parroquia de San Felipe Neri. Las hojas se abrieron y una desnuda cruz guía indicaba el camino a seguir: sólo se escuchaba el silencio. Las túnicas y los capirotes, de riguroso negro, y el cíngulo de esparto demostraban estéticamente el recogimiento de los integrantes de esta estación de penitencia, en cuyos estatutos se recoge expresamente el deseo de procesionar en Sábado Santo. Dos timbales roncos comenzaron a anunciar que la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia se disponía a llorar la muerte del Hijo del Hombre por las calles malagueñas. La dolorosa de Antonio Dubé de Luque impresiona por su sello sobrio.

El trono recorrió el interior de San Felipe Neri con la marcha Ocho saetas de silencio, interpretada por una capilla musical compuesta por miembros de la Banda de Música de las Flores. Ya bajo el dintel de la parroquia, los hombres de trono de los varales exteriores hubieron de abandonar sus puestos para que el trono pudiera hacerse a la calle, dada la estrechez de la salida. Poco a poco, la luz de la tarde fue bañando la blanquecina tez de la dolorosa entre los aplausos del público que, más allá de las palmas, no acertaba a emitir comentario alguno por la contundencia dramática que, sobre el trono, se representaba: una madre comprende que su hijo ha fallecido. Intuye lo que ha de venir, pero sólo sabe abrazarse a la corona de espinas.

Ya en la plazuela del Cristo de las Penas, el trono ha de trazar una compleja curva hacia la calle Gaona. Sólo la voz de capataces y mayordomos resonaba en la tarde del Jueves Santo malagueño. La Banda de Música de las Flores comenzó entonces a interpretar Virgen del Valle, todo un acierto.

ViñerosAcogidos en Carretería

El Nazareno de Viñeros es conocido como el Señor de Carretería y no es sólo un sobrenombre más o menos ingenioso. Ejerce como tal cada vez que pasa por la estrecha calle Biedmas y accede a Carretería. El dorado del trono, el plata de sus grandes faroles, la tez oscura de su rostro, la túnica lisa con caída elegante y la sobriedad de su adorno de flores -lirios y rosas rojas- en su trono de carrete, convierten a esta imagen en una de las más representativas de la Semana Santa, con un sabor añejo que casa muy bien con el aire de la calle Carretería.

Los golpes secos del jefe de procesión a la puerta de la casa hermandad anunciaron el inicio de la salida procesional. La plaza de Biedmas aguardaba llena de público el momento de la apertura de puertas, que se hizo mientras la cabeza de procesión se introducía en la calle Biedmas. En seguida le pusieron las llaves del sagrario de las Catalinas en la mano del Nazareno, cumpliendo con el privilegio que tiene la imagen. Además, el arco de campana lució una banda blanca alusiva al Año de la Misericordia. La salida se hizo con una curva amplia, elegante y precisa que le permitió entrar en la calle Biedmas al ritmo de la marcha Despojado, interpretada por la Agrupación Musical San Lorenzo Mártir.

Aquí hay que hacer un inciso y destacar el trabajo de la Agrupación de San Lorenzo Mártir, innovadora en Málaga al impulsar este estilo musical y con un sonido que se está consolidando. Desde su creación, será casualidad o no, lo cierto es que las agrupaciones musicales se están extendiendo como acompañamiento de los tronos de los Cristos y el oído de los malagueños se ha acostumbrado a este ritmo. Volviendo a la procesión, el Nazareno de Viñeros hizo su entrada en Carretería con la marcha Señor de Carretería y los aplausos del público allí congregado. Luego llegaría el momento de la entrada en la Tribuna de los Pobres, con Jesús del Prendimiento, paso corto, mecida y elegancia cofrade.

La Virgen del Traspaso y Soledad se presentó con su elegante saya celeste y un rostrillo sobrio y medido. La Banda de Música de Palomares inició su repertorio con tres marchas largas: Vigía de nuestra fe, Tres caídas y Reina de la Paz, tres piezas largas que llevaron al trono a tramos largos en el inicio de su procesión. Antonio Cárdenas, autor del cartel de la Semana Santa de Málaga 2016 y que utilizó a la Virgen del Traspaso como elemento central de la obra, dio los primeros toques al trono de la Virgen.